Desde algunos años a esta parte, la llegada al poder de diversas repúblicas sudamericanas de líderes izquierdistas como Chavez, Morales, Da Silva, etc… esta llenando de infantil entusiasmo y erróneamente deslumbrando a un gran número de españoles y de grupos políticos más o menos representativos quienes, sin atravesar el Atlántico y ver in situ los logros o fracasos de tales líderes, se dedican a predicar sus inmensas bonanzas más imaginarias que reales.
En España y prácticamente desde la misma independencia hace doscientos años, la realidad iberoaméricana se ha visto con una perspectiva que siempre ha mezclado nostalgia por las provincias (que no colonias) perdidas, paternalismo hacia el pueblo hermano y fe mítica en una posible y futura reunión o confederación. No obstante, dicha perspectiva, escasamente compartida al otro lado del Atlántico, siempre se ha construido sobre premisas falsas y desde un sentimiento de culpa hábilmente inculcado por ajenos intereses en los españoles desde
En 1782, tras seis años de desoladora y sangrienta guerra, Inglaterra reconocía en el Tratado de Versalles
Pues bien, la respuesta a esta pregunta se encuentra en la notable diferencia mental y moral que existía entre los padres de
Igualmente los hombres de la independencia norteamericana eran hombres de su tiempo, instruidos, más o menos cultos, conscientes de pertenecer a una cultura (la anglo-sajona protestante) y poco tendentes a caer en corrupciones que pudieran comprometer al país que estaban dispuestos a crear y fortalecer.
Por su parte los líderes de la independencia hispanoamericana como Bolivar, San Martín, Sucre, Hidalgo… eran hombres personalmente limitados, corruptibles y corruptos que ninguna idea de futuro poseían y que desde el inicio de sus pretensiones se mostraron como “mendicantes de independencia” ante potencias extranjeras como
Desde el origen de la independencia hispanoamericana y más aún, como consecuencia de ella, las riquezas naturales quedaron en manos de potencias extranjeras que sustituyeron a
El hombre de la independencia de los Estados Unidos era un hombre coherente, inteligente, político hábil y negociador abierto dispuesto a gobernar un Estado. El hombre de la independencia hispanoamericana era un hombre pagado de sí mismo, dispuesto a adquirir títulos grandilocuentes como “El Sublime” o “El libertador” y a hacerse retratar con uniformes llenos de charreteras y plumas. Los primeros eran zorros, los segundos simples gallos de corral de cresta grande y hermosa y… en esas siguen, los hombres han cambiado pero no sus tendencias al espectáculo ridículo y a la inoperancia política, a la corrupción y al verbo vacío de realidades y mientras tanto, los pueblos sufren o desesperados se dejan llevar por los deslumbrantes focos del escenario ignorando que en nada cambiarán sus circunstancias al final de la función.
Así pues, la independencia de las repúblicas hispanoamericanas salió mal, porque no podía salir de otra forma al ser fruto, no del desarrollo histórico, de la necesidad política o de la voluntad unánime de un pueblo, sino de la ambición desmedida y grosera de unos hombres muy pequeños en los que la independencia desarrolló hasta el gigantismo su inclinación natural a la corrupción política y social e hizo desaparecer cualquier rastro de virtud personal lo que favoreció la aniquilación de todo lo que pudiera ser base de una economía futura, el hundimiento en el abismo de sus países y el muy recurrente odio a España y a los Españoles, cosa que aun hoy les viene muy bien para justificar su patética realidad llamando poderosamente la atención que transcurridos doscientos años desde que España reconociera la independencia de estos territorios, no solo no han mejorado nada en ningún aspecto sino que cada vez se empobrecen más y se alejan más de las posibilidades del imprescindible desarrollo material por lo que debería revisarse la política de colaboración que España tiene con esas repúblicas porque para los pueblos hermanos de Iberoamérica TODO, pero para las bandas de tahúres, gañanes y bandoleros que malamente les gobiernan y les tiranizan, NADA.
Por otra parte Francia y España, jamás recuperaron el dinero prestado a los norteamericanos en su lucha contra los británicos y de aquella independencia solo obtuvieron la devolución de las posesiones de
(2) Recordemos al respecto como el Sublime Santa Ana, cedió el territorio de Texas a cambio exclusivamente de salvar su vida tras la timba que fue la batalla de San Jacinto.
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