Si en la historia de la milicia hay muchos mancos, no hay manco más ilustre que don Miguel de Cervantes, aquel que perdiendo la movilidad del brazo izquierdo aún bromeaba con su hermano diciéndole que aún le quedaba el brazo derecho, “el más importante por ser el que maneja la espada y la pluma”. Cervantes ha pasado a la historia de la literatura universal por ser el autor del Quijote, pero también resulta hoy ejemplo para la vida militar, aunque nada más alejado y opuesto a lo que hoy es la función militar que el soldado Don Miguel de Cervantes Saavedra.
No es el tipo de soldado encarnado por don Miguel de Cervantes Saavedra el único ejemplo del soldado ilustre e ilustrado ni tampoco es, como se pretendió durante mucho tiempo y por meros intereses propagandísticos, patrimonio exclusivamente español, sino que más bien es fruto de unos siglos, el XVI y el XVII, en la que los hombres tenían la plena libertad de unirse a un ejército donde serían tratados de “excelentes señores” en vez de ser anónimos guarismos, disfrutaban del orgullo de servir a un ideal más que a un estado y poseían el deseo de seguir a los mejores para culminar su existencia encontrando la fama en la tierra o la gloria en los cielos.
La figura del soldado-literato o del soldado-artista se da, y no en poca proporción, en todos los ejércitos europeos de los siglos XVI y XVII pues aunque a más de uno fuera el hambre quién le llevara a la guerra no por ello se ha de identificar pobreza con ausencia de inquietud intelectual siendo en muchos casos la vida militar y las aventuras bélicas fuente de inspiración para estos tipos humanos excepcionales.
Junto al soldado don Miguel de Cervantes se ha de citar también al soldado don Francisco de Quevedo que por ser poeta de brío y haber escrito su célebre “Vida del Buscón Don Pablos”, no debe olvidarse que fue soldado del Tercio de Armada y embarcado en la Invencible sostuvo combates contra los británicos atacando su arcabuz con los versos dedicados a su amada.
Asimismo se ha de citar al soldado francés don Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac quién por estar en trinchera opuesta durante el sitio de Arrás y por ser precursor de la ciencia ficción en su obra “El otro Mundo” no merece ser desterrado del parnaso exclusivo que forman aquellos que por la más leve cuita de honor desenvainaban la espada en equitativo duelo, cavaban una mina bajo cualquier lienzo de muralla o componían las más brillantes obras de la literatura universal.
Por último no se ha de dejar de mencionar al itálico soldado don Benvenuto Cellini, quien al robarle la inspiración en el momento en que diseñaba su Perseo el escándalo que llegaban a su taller propiciado por las tropas del Condestable del Borbón que en esos momentos sitiaban Roma, no dudó en alistarse en el ejército papal, asumir la defensa del Castillo de San´t Angelo y callar para siempre el vocerío particular del Condestable de un arcabuzazo.
Tras finalizar la guerra de los Treinta Años los ejércitos regulares no volverían a contar entre sus filas con un tipo tan peculiar y genial de soldado cuyo testimonio queda mayoritariamente recogido en obras autobiográficas como la escrita por Alonso de Contreras y publicada con el título de “Vida de este capitán” y que, desvelando unas características comunes a todos ellos que bien pudieran hacerles merecedores de la consideración de precursores de la vida Bohemia por saber tener un gran vivir con lo imprescindible y aún con menos; se definen perfectamente el los versos que Rostand dedicó a los Cadetes de Gascuña en su teatral Cyrano:
“Son los cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán;
Son quimeristas, son embusteros;
Y a la vez nobles, firmes y enteros,
Blasón viviente por doquier van,
Son los cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán.
Ojos de buitre, pies de cigüeña,
Dientes de lobo, fiero ademán;
Cuando arremeten a la canalla,
No ciñen casco ni fina malla:
Rotos chambergos luciendo van…
Ojos de buitre, pies de cigüeña,
Dientes de lobo, fiero ademán.
Punza-barrigas y rompe-hocicos
Son dulces motes que ellos se dan.
Son los Cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán.
Ebrios de gloria, sueñan conquistas,
Corren garitos, dan entrevistas;
Donde haya riñas, allí estarán…
Tras las coquetas corren ansiosos,
Hacen carnudos a los celosos
Su gloria al viento los parches dan
¡Son los cadetes de Gascuña
Que a Carbón tienen por capitán!”
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