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domingo, 1 de noviembre de 2009

LA CONFEDERACIÓN CONTRA ESPAÑA



Los grandes acontecimientos de la historia son prácticamente conocidos por todos, aunque menos conocidas son las pequeñas cosas o anécdotas que los acompañan o rodean y que, en no pocos casos, hacen que los hechos se produzcan tal y como los manuales de Historia hacen que lleguen hasta nosotros.


Tal es el caso de la cuestión cubana que culminaría en la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898 y que hay que englobar dentro del desarrollo práctico de la “Doctrina del Destino Manifiesto” que, si bien fue definida por el periodista norteamericano John L. O'Sullivan en su artículo “Anexión” publicado en 1845 en la revista “Democratic Review” de Nueva York, ya inspiraba toda la política norteamericana desde el momento mismo de la independencia del joven país en 1776 y que fue fruto fundamentalmente de la tenacidad de emergentes políticos del Sur donde el deseo de independencia frente a la Gran Bretaña era mayor que en las colonias del Norte donde existía un importante sentimiento “lealista” entre los colonos.


En los primeros sesenta años de existencia, la política general de la joven república norteamericana era la que imponían los estados del Sur y sus políticos que llegaron a forzar la compra de la Lousiana y de la Florida, la guerra con México y la anexión de Texas, Nuevo México y Arizona al tiempo que ya mostraban interés por la incorporación a Estados Unidos de la Isla de Cuba. Este interés decayó al producirse la secesión de los Estados del Sur y la consiguiente guerra civil de 1861 a 1865 para retomarse nuevamente a mediados de la década de los años setenta del Siglo XIX, siempre encabezada por demandas de los políticos sureños quienes sabían de las importantes inversiones realizadas por ciudadanos norteamericanos en la isla y soñaban con la anexión de la misma.


El primer enemigo de los intereses de España en aquella época y secreto promotor de la guerra que se auguraba, no fue como se puede creer ni el presidente estadounidense Cleveland ni siquiera su sucesor McKinley, sino el exgeneral Confederado y Cónsul Norteamericano en La Habana Fitzhugh Lee (1835-1901). Fitzhugh Lee era sobrino del General en Jefe del Ejército del Norte de Virginia, Robert E. Lee, y se incorporó al Ejército Confederado al iniciarse la Guerra Civil en 1861 con el grado de Teniente consiguiendo, en 1863, el ascenso a Mayor General de la caballería confederada. Tras la guerra se dedico a la política llegando a ser Gobernador del Estado de Virginia en 1885 y, después de ser derrotado en las elecciones de 1893 al Senado norteamericano, logrando ser nombrado Cónsul General de Estados Unidos en La Habana. Desde su llegada a Cuba sostiene un fuerte pulso con las autoridades españolas y en vez de aplicar la política benevolente de su presidente Cleveland azuza el odio hacia España protestando contra las tácticas represivas de los españoles y luchando por los derechos de los ciudadanos norteamericanos en Cuba, incluidos aquellos que apoyaban abiertamente a las fuerzas insurrectas cubanas, como la tripulación del barco filibustero “Competitor”, capitaneado por Don Ricardo Ruiz de Ugarrio y Salvador, un cubano nacionalizado estadounidense. Si es muy posible que Fizhugh Lee estuviera detrás de la tendenciosa campaña periodística orquestada contra España por los periódicos de Hearst y de Pulitzer, es seguro que fue él quien requirió que un barco de guerra estuviese preparado en Key West, por si fuera necesario intervenir directamente. El buque designado para la misión fue el “Maine” que fue enviado a la Habana en Febrero de 1898 siendo su Capitan, Charles Dwight Sigsbee, quién mantuvo a partir de entonces unas estrechas comunicaciones con el cónsul Lee llegando éste a ordenarle que se preparara para entrar en acción en cualquier momento e impidiendo que abandonara el puerto donde explota accidentalmente el 15 de Febrero de 1898. Fitzhugh Lee es el primer personaje vinculado no solo a la política sureña, sino al mismo ejército confederado que vemos aparecer en los hechos que constituyeron o dieron lugar a la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898, tras la cual, por cierto, permaneció en Cuba como comandante del Ejército de Ocupación de La Habana y responsable de restaurar el orden en la isla.


Tras unos meses de tensión diplomática y precedida por acciones de corso contra buques españoles perpetradas por el Almirante norteamericano Sampson, Estados Unidos declara la guerra a España el 25 de Abril de 1898. En ese preciso momento Estados Unidos, aunque tenía una flota capaz de sostener adecuadamente la guerra contra España, no tenía un ejército suficientemente numeroso, equipado y adiestrado para desembarcar en Cuba por lo que tiene que acudir a reclutar unidades enteras de voluntarios con mandos propios como es el caso del “Primer Regimiento de Caballería” de Theodore Roosvelt, los conocidos Rought Riders, y a encuadrar a los numeroso voluntarios que nutrían las unidades del ejército regular bajo mando de antiguos oficiales Confederados siendo el más relevante de los mismos el General Joseph Wheeler (1836-1906). Wheeler era un militar profesional que dimitió de su cargo en el ejército norteamericano para unirse al Ejército Confederado donde asciende rápidamente a Coronel teniendo el mando el 19 Regimiento de Infantería de Alabama y termina la guerra siendo uno de los dos Generales de la Caballería del Ejército Confederado del Oeste (el otro sería el tristemente famoso Bradford Forrest, creador del Ku Klux Klan). Al finalizar la Guerra Civil norteamericana se dedica a la política trabajando por la reconciliación entre el Norte y el Sur hasta que el estallido de la Guerra Hispano-Norteamericana hace que el Secretario de Defensa de los Estados Unidos le nombre General en Jefe de las fuerzas terrestres que iban a desembarcar en Cuba, siendo el General que manda las tropas norteamericanas que avanzan sobre las Guásimas el 24 de Junio del 1898 y el que se enfrenta, el 1 de Julio de 1898, al frente de casi ocho mil hombres a los quinientos cincuenta españoles que bajo el mando del General Vara del Rey defienden el fuerte de “El Viso” y el poblado de “El Caney” derrotándolos tras una fuerte y heroica resistencia por parte de los españoles. Tras la Guerra Hispano-Norteamericana Joseph Wheeler, que es el segundo personaje vinculado al ejército confederado que tiene un papel importante en los acontecimientos, continua en el ejército estadounidense mandando una brigada de infantería en la guerra que tuvo lugar de 1899 a 1900 entre Estados Unidos y los Filipinos, al no reconocer los primeros la independencia de los segundos.


El último, pero no menos importante personaje que mantiene una vinculación con el antiguo ejército de los Estados Confederados de América y que participa en la contienda contra España es el conocido comandante de la unidad guerrillera confederada “Los Fantasmas Grises”, el Coronel John S. Mosby. John Singlenton Mosby (1833 -1916) ejercía de astuto abogado y, aun siendo contrario a la secesión, al estallar la guerra civil se incorpora como voluntario a la unidad de “Rifles Montados de Washington” hasta que en Enero del año 1863 recibe la orden de crear y mandar el “43 Batallón de la Caballería de Virginia” que tendría la misión actuar en la retaguardia nordista utilizando tácticas de guerrilla siendo la única guerrilla confederada que el gobierno de Richmond reglamentó. La fama y la eficacia de la unidad de Mosby, que logra en diversas acciones capturar a muchos altos mandos del Ejército de la Unión así como cuantioso botín de guerra junto con cierto respeto hacia la vida humana, incluso hacia la de los enemigos, que le hacen diferenciarse radicalmente de otras guerrillas confederadas como la dirigida por Quantrill, hace que sea conocida como “Los Fantasmas Grises” (The Grey Ghosts). Terminada la guerra con el grado de Coronel, Mosby vuelve a ejercer su profesión de abogado e intenta favorecer la reconciliación entre los antiguos combatientes llegando a ser uno de los directores de la Campaña presidencial en Virginia del ex general y futuro Presidente norteamericano Ulyses S. Grant lo que le lleva a sufrir diversas amenazas y la quema de su casa hasta que en 1878 es nombrado Cónsul en Hong Kong, cargo este que desempeña hasta 1885. Durante el ejercicio de su cargo de Cónsul en la colonia británica consigue que las autoridades autoricen la entrada y abastecimiento de buques de guerra norteamericanos, acuerdo éste que servirá para que en 1898, Hong Kong sea la base naval de donde partirá la flota norteamericana que derrotara a la española en Cavite y que desembarcara en Filipinas. En 1898, al estallar la Guerra Hispano-Norteamericana, John S. Mosby organizara un regimiento de caballería voluntaria que denominado “Los Húsares de Mosby” tendría como misión desembarcar en Cuba, desplegarse tras las líneas españolas y llevar una guerra guerrillas de gran movilidad contra el ejército español, no obstante, aunque la unidad llega a crearse y a acantonarse en Tampa en espera de ser embarcada hacia Cuba, el rápido e inesperado final de la guerra le impide entrar en acción.


Estos son los hechos históricos irrefutables que muestran que los líderes políticos y militares de los derrotados Estados Confederados de América desarrollaron una activa campaña diplomática contra a España, tendente a aislarla de cualquier apoyo internacional y favoreciendo el estallido de una guerra en la que muchos de ellos participan directamente reclutando o dirigiendo tropas en acciones militares, por lo que este sería un argumento más contra el falso rumor que ha ido adquiriendo gran difusión y cierta, pero errónea, condición de certeza historiográfica de que durante la Guerra de Secesión Norteamericana hubo voluntarios españoles, concretamente veteranos carlistas (¡Nada menos que ocho mil), en el Ejercito Confederado en el que incluso llegaron a constituir unidades propias y al que ya se intentó dar justa respuesta en estas mismas páginas de “El Chouan Ibérico” mediante el artículo (que no post) titulado “¿Carlistas en el Ejército Confederado?" poniéndose de manifiesto en el citado artículo la imposibilidad material y la dificultad ideológica y política de que tal hecho pudiera haberse producido.



10 comentarios:

Juli Gan dijo...

Interesante su discurso, señor Chouan. Desde luego la doctrina Monroe (del presidente James Monroe) caló pronto en la nueva nación estadounidense. A partir de este momento el "América para los americanos" fue una máxima inamovible. Todas las guerras y movimientos revolucionarios del continente americano, desde finales del XIX, tienen el componente USA. Es muy posible que existieran antíguos combatientes carlistas en las filas del ejército sudista. A partir de la pérdida de los derechos forales, muchos vascos y navarros emigraron al oeste americano a pastorear la zona. Preferentemente entre Nevada, Wyoming y California. Uno de mis tatarabuelos, que luchó con el grado de teniente carlista en la guerra de 1875, vió emigrar a dos de sus hijos hacia Nevada. No sé si en este caso era porque a partir de ese momento los vasconavarros entraban en quintas. Uno de ellos luchó en la 1ª guerra mundial en el ejército norteamericano (infantería)en la zona de Francia. Estando acostumbrados a los conflictos armados, es muy fácil que tomaran parte en diferentes enfrentamientos bélicos.

Saludos.

El Chouan Ibérico dijo...

Estimada lectora agradezco infinito su comentario y paso a contestarla.

Efectivamente hubo mucho emigración vasca hacia estados unidos, no solo desde el final de la primera guerra carlista sino desde el final de las guerras napoleónicas ya que muchos vasco-franceses emigraron hacia Estados Unidos tras la derrota de Napoleón. No obstante la inmensa mayoría de la emigración vasca fue hacia los estados del Norte, siendo Ohio el estado donde más descendientes de vascos hay en toda USA. Como usted misma dice un antepasado suyo emigró hacia Nevada que es un Estado situado políticamente en el Norte y geográficamente en el noroeste.

Es posible, pero solo posible, que algún carlista (Y también algún liberal) por su condición de excombatientes tomaran parte en la Guerra Civil Norteamericana, pero sería a título individual y jamás formando unidades militares propias, con mandos propios y con uniforme propio como se ha dicho, siendo el número total de españoles en los ejércitos contendientes en la Guerra Civil Norteamericana muy, muy pequeño.

Además para ir a una guerra no hacía falta irse tan lejos, porque en esa misma época, el mismisimo General Carlista Tristany estaba combatiendo en el Ejército de las dos Sicilias en las Guerras de Unificación de Italia.

Por su parte, tras las Guerras Carlistas hubo mucha emigración carlista hacia Francia desde donde partieron hacia Argelia (en aquellos momentos Francia estaba conquistando Argelia) centrándose dicha emigración en la zona de Orán, donde actualmente existe un dialecto, el oraní, que fue creado por la influencia de la emigración española.

En la Primera Guerra Mundial, hubo un Carlista muy conocido, don Melchor Ferrer, autor de "Historia del Tradicionalismo Español" que luchó en Francia en las filas de la Legión Extranjera Francesa.

Por último decirle que me agrada mucho saber que uno de sus tatarabuelos fue Teniente en el Ejército Carlista. Seguro que está en posesión de las Medallas de Somorrostro y de la Cruz de Montejurra que yo le aconsejo que "guarde como oro en paño".

Salud y Amistad

Juli Gan dijo...

Hola!! Pues, señor mío, como buena descendiente de familia vasconavarra, casi todos mis antepasados eran afines al carlismo. Mi abuelo paterno tenía muy claro lo de Dios, patria y fueros. Le venía de familia. El tatarabuelo del que hablaba antes era por línea materna, y mi madre lo llegó a conocer, pues murió casi centenario, y decía que lo había visto con su txapela roja y sus dos estrellas de teniente. Fotos sobre fortificaciones de la época carlista, debo tener alguna, pero en casa de mi padre en San Sebastián. Cuando las tenga, las publicaré.

Un saludo.

El Chouan Ibérico dijo...

Pues... Estimada lectora, solo me queda recomendarla, aunque parezca antiguo y decimonónico, que honre a tales antepasados.

Gora Jaungoikoa ta Foruak

Salud y Amistad

RAMPY dijo...

Hola, Chouan, he llegado a tu blog a través de mi bitácora al ver que la habías votado y sentía curiosidad y hasta aquí he llegado.
Como me apasiona la historia, creo que estaré tiempo por aquí.
Felicitaciones por el post.
Un rampyabrazo.

Antonio dijo...

Hola Arturo,

Te felicito por la entrada. Es paradójico que un país tan joven como los Estados Unidos utilizara a la perfección el concepto de imperialismo romano. La Guerra Hispano-Norteamericano es un ejemplo de libro, en el que los estadounidenses provocan o inventan un injusto casus belli.

Saludos

Anónimo dijo...

Unos hechos que desconocía, pero que me han parecido muy interesantes y estupendamente bien relatados.

Es curioso como la américa de los señoritos se separó de la bretaña de los señoritos, para atacar a la españa de los señoritos. Paradójico.

Salu2

Anónimo dijo...

Pasé desde un primer momento de las paridas de David Odalric de Caixal -candidato electoral de CTC- sobre sus "entre 4000 y 7000 carlistas en el ejército confederado en 1861-1865", y no creo que en realidad su broma haya llegado tan lejos de puro pasada de rosca que es, aunque sí da que pensar lo baja que es la cultura histórica de cierta gente. Si Caixal hubiera hablado de , p.ej., 400 carlistas, la cosa habría colado, pero 4000-7000 es una burrada. Algún debate en blogs, muy indirectamente tal vez un columnista descerebrado de la edición vasca de "El País" -el típico ex etarra con ardor de converso-, algún grupúsculo ultramontano católico del sur de los EE.UU. y para de contar. Lo más curioso es un breve vídeo en Internet de extrema derecha "confederada" estadounidense en el que se habla épicamente de la fantasiosa ayuda carlista a la Confederación y se mezclan imágenes de requetés de la guerra de 1936, de gauchos argentinos actuales haciendo el tonto a caballo con boinas rojas y cruces de Borgoña -una enseña que los carlistas de la segunda mitad del XIX ni usaban- y de manifestaciones derechistas de la España actual, como si todos los asistentes a las mismas fueran carlistas...Alucinante. El problema es que lo de Caixal ya viene de antes. Publicó un libro sobre las Waffen-SS en el que se inventó unidades vascas, catalanas, suizas -¡¡¡¡¡Sturmbrigade SS "Guillermo Tell"!!!!!- y hasta una division sueca entera. Asombra que aún haya gente que pica con lo de los carlistas en Dixieland.

Anónimo dijo...

Y dale que te dale con lo de los carlistas en el ejército sudistas.¡Que es todo una broma del fantasioso David Odalric de Caixal! Es más, aparte del antiguo carlista británico Henningsen, se da la paradoja de que el veterano de la guerra carlista de 1833 que más alto grado alcanzó en el ejército confederado fue el alemán August Carl Büchel, que estuvo en España con la Legión Argelina -o Legión Francesa, también-, enviada por el gobierno francés para apoyar al bando isabelino. Su nombramiento de general de brigada confederado no llegó a hacerse efectivo porque falleció en combate en 1864, pero era coronel de las fuerzas texanas.

pablo etcheveher dijo...

Un capitulo interesante de la saga confederada tras la guerra civil fue la inmigración confederada a Mexico y Brasil, dos Imperios aristocráticos en esa época regidos por Maximiliano y Pedro II y la intervención de oficiales confederados a título personal a favor del Paraguay en la famosa guerra de la Triple Alianza que unió a Brasil, Argentina y Uruguay contra ese país conflicto que comenzó en 1865 justamente cuando terminó la guerra civil norteamericana. Ex oficiales norteños colaboraron con Argentina y Brasil en el conflicto, sobre todo manejando la pequeña brigada de globos aerostáticos.

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