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viernes, 23 de enero de 2015

EL BIPARTIDISMO EN ESPAÑA: CONCEPTO, ORIGEN Y FUTURO


En el juego parlamentario toda la variedad política se termina reduciendo a dos

No son pocas las voces que se han levantado en los últimos cuatro años en las Españas contra el supuesto bipartidismo que ha existido y gobernado este pobre país durante los últimos cuarenta años haciéndole responsable de todos los males que nos afectan y especialmente de la corrupción generalizada que nos inunda. Ahora bien ¿Qué es y en qué consiste el bipartidismo?.

Como su propio nombre indica, el bipartidismo es la forma de articular el gobierno de un país basada en dos partidos mayoritarios o hegemónicos que se turnan periódicamente en el poder. Dicho esto, este bipartidismo existe en todos los estados del llamado Primer Mundo ya que en todos ellos existen exclusivamente dos partidos que tienen posibilidades ciertas de gobernar de una forma alterna, quedando una serie de formaciones políticas minoritarias, con mayor o menor representación, como partidos muletas de un posible gobierno en minoría de uno de los dos partidos mayoritarios. Así, desde hace décadas el Partido Conservador y el Partido Laborista se turnan en el poder en la Gran Bretaña, el Partido Republicano y el Partido Demócrata gobiernan alternativamente Estados Unidos de América, el Partido Socialdemócrata y la Unión Demócrata Cristiana se reparten el poder en Alemania desde 1947, etc....

El bipartidismo no supone, como sugieren sus críticos, la marginación de las formaciones minoritarias porque al régimen político imperante le resultan imprescindibles las pequeñas formaciones con representación parlamentaria por si el partido mayoritario no obtiene una mayoría absoluta en las urnas tener con quien pactar en el Parlamento las grandes leyes de gobierno y también para presentar una pluralidad política que realmente es muy escasa o, simplemente, no existe en la sociedad.

Asimismo, el bipartidismo por sí mismo no genera ni es causa de la corrupción ni de la creación de una casta política porque ambas cuestiones surgen por la propia dinámica de un régimen político determinado y sus razones hay que buscarlas en las tendencias humanas y en las necesidades y el funcionamiento de todas y cada una de las instituciones del estado de las cuales los partidos políticos son solo una parte.

Por otro lado, el bipartidismo es fruto exclusivamente de la voluntad del cuerpo electoral que decide en las urnas otorgar su confianza a unos determinados partidos políticos y no a otros. Así, por ejemplo, desde las primeras elecciones del postfranquismo en 1977 hasta las últimas celebradas en el 2011 se han presentado a cada convocatoria de elecciones generales (que hasta la fecha han sido once) una media de setenta formaciones políticas que abarcaban la totalidad del arco ideológico, desde la extrema izquierda a la extrema derecha pasando por formaciones políticas peculiares como el curioso "Partido del Karma Democrático". Si en todos estos procesos electorales solo han obtenido representación parlamentaria ocho o nueve formaciones y dentro de estas han sobresalido especialmente dos de ellas es, simple y llanamente, porque los electores así lo ha querido y así lo ha votado.

Dos juegan, pero no juegan solos. En su juego tiene de asistentes a las minorias parlamentarias
Finalmente, no cabe hablar de bipartidismo cuando en el Parlamento están representadas más de dos formaciones políticas y de hecho, salvo las épocas de la mayoría absoluta socialista (de1982 a 1993) y de la mayoría absoluta del Partido Popular (de 2000 a 2004 y de 2011 a 2015), tanto el Partido Socialista como el Partido Popular han contado con el apoyo negociado de las pequeñas formaciones representadas en el Parlamento, siendo de recordar que el año 1996 fue el año en que los ciudadanos españoles nos enteramos que Aznar "hablaba catalán en la intimidad" al precisar el apoyo de la derecha nacionalista catalana (CiU) para gobernar y que, de 2004 a 2010, el Partido Socialista fue apoyado en sus funciones de gobierno por las minorías parlamentarias de Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Catalunya y alguna otra más.

Todo esto hace emerger la pregunta ¿Por qué ahora los electores se cuestionan la conveniencia del bipartidismo cuando han sido ellos mismos quienes han optado continuadamente por él durante once procesos electorales?. La respuesta no puede ser más sencilla y hay que encontrarla en la prolongada crisis económica que ha puesto en situación desesperada a demasiados millones de españoles. Cuando un porcentaje elevado de una población entra en desesperación se puede cuestionar todo y, debidamente orientada o dirigida, se cuestionará concretamente determinados temas, que no tienen por qué ser los más importantes, mientras que obviara otros tal vez más sustanciales. Además, es innegable que los últimos treinta años ha provocado un lógico y previsible desgaste de los partidos mayoritarios que, afectados por numerosos casos de corrupción, les ha hecho perder credibilidad ante los electores necesitando el régimen una revitalización de las formaciones políticas en las que se apoya, lo cual lejos de significar un proceso de cambio radical o rupturista, precisamente se realiza para evitar dichos procesos. Como esta revitalización, que constituye una maniobra muy complicada, es muy difícil o imposible que surja en el seno de los propios partidos mayoritarios que, por terminar siendo meras entidades de intereses creados, tienden al inmovilismo interno se tiene que realizar de una forma mucho más sutil creando fuerzas políticas alternativas o aparentemente alternativas que, recogiendo el descontento de los electores, vayan sustituyendo progresivamente a los dos partidos mayoritarios, proceso éste que culminará con la extinción o la marginación de los viejos partidos y la aparición de unos nuevos que incorporaran a no pocos cuadros y militantes de las formaciones políticas extintas que servirán de puntal fundamental al régimen político imperante durante unas cuantas décadas más hasta que los viejos vicios, que no dejaran de estar presentes, se hagan nuevamente visibles para todo el cuerpo electoral momento, a partir del cual, volverá a repetirse esta operación u otra similar.  

Así pues, al igual que en un convoy ferroviario siempre existirá un vagón de cola, en el régimen político español nacido de la Constitución de 1978 siempre existirán dos partidos mayoritarios que se turnarán en el poder porque la constitución española atribuye a los partidos políticos, y no a otras entidades, la representación política de los ciudadanos y la actual realidad sociológica del cuerpo electoral español presenta una clara bipolarización sentimental, que no racional, entre una llamada "derecha" y una llamada "izquierda" y dentro del seno de dichos polos existe la muy marcada tendencia de votar a aquellos partidos que sean los más fuertes y tengan más posibilidades de alcanzar el poder, por lo que en el momento presente no nos encontramos ante el final del bipartidismo sino ante un proceso de sustitución de los dos viejos partidos mayoritarios por sendas fuerzas emergentes que crearan un nuevo bipartidismo.

2 comentarios:

Juli Gan dijo...

Efectivamente, cuando se decidió hacer un Estado moderno de las Españas, unificado y con un mercado interno sin aduanas (Y esto es muy importante) el "padre" del Estado español, Antonio Cánovas del Castillo, basándose en el modelo anglosajón de monarquía parlamentaria, decide copiar la idea.

La idea, mal concebida, pues dejaba a la mayor parte de la población fuera de las elecciones (Censitarias y masculinas)acabó bastante atropelladamente y, pudiendo haberse arreglado en el segundo tercio del siglo, todavía fue a peor.

No todo el mundo estaba contento con el remiendo del "padre" Cánovas. En el País Vasco, que yo sepa, no mucho, al menos, en zonas rurales; para los industriales de Bilbao, en cambio, fue todo Jáuja (Ahí nació el nacionalismo españolizante).

Mientras los herederos de ese nacionalismo acaparador tiene a Cánovas como prócer (Aznar tenía hasta un busto del bizco de Málaga), a los desheredados de la tierra, y del sistema bipartidista, no les hacía ni puñetera gracia. Así acabó Cánovas, con una indigestión de plomo fruto de la pistola de un anarquista italiano. Angiolillo dicen que se llamaba.

Chouan dijo...

En mi modesta opinión el estado moderno español nace con la constitución de 1812, no con Cánovas, la cual dejo mucho descontento también, sobre todo en Euskalherria y en el antiguo reino de Aragon.

Cánovas fue el padre del turnismo politico como forma de dar estabilidad al gobierno, pero claro... se basaba fundamentalmente en el caciquismo que hacía que las elecciones estuvieran amañadas asi como en el clientelismo político que provocaba que con cada cambio de gobierno se cesase tambien a muchos funcionarios.

La corrupción que llevaba aparejado el sistema de Cánovas explotó tras el desastre del 98 y fue capeando temporales hasta que Primo de Rivera intentó crear un nuevo bipartidismo donde se turnasen en el poder el PSOE y su invento de la Unión Patriotica.

El problema es que su Unón Patriótica recogía todos los desechos de los viejos partidos conservador y liberal y fue, politicamente hablando, un aborto inutil para ser uno de los ejes de la politica bipartidista que pretendia Primo de Rivera.

Hoy, en mi opinión, estamos asistiendo a una operación "de inteligencia" como lo fue la llamada "transición" para crear nuevas formaciones políticas que sustituyan a los viejos partidos sobre los que se ha asentado el actual bipartidismo.

Pero claro... esos nuevos partidos heredaran los viejos vicios y al final... tendemos más de lo mismo.

Me alegra mucho volver a leer sus comentarios y como sé que le gusta el cine, le recomiendo esa buena película titulada "Solo para hombres" en las que se refleja como influía el turnismo en el gobierno en los funcionarios públicos.

Salud y fraternidad

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