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martes, 13 de octubre de 2015

EL PAN DE LA MISERIA



           
Hace algunos meses comentábamos en uno de los muchos foros que existen por internet que el paro fue el problema de hace unos años no siéndolo en la actualidad ya que el problema del presente y del futuro quedaría planteado no por un elevado porcentaje de desempleo sino por una sociedad donde la situación de una alta tasa de ocupación de la población, o incluso de pleno empleo, no garantizase la subsistencia de los trabajadores. Por ello recibimos numerosas críticas, muchas de ellas de personas que, simplemente, no habían entendido nuestro razonamiento.

            No obstante, la semana pasada el informe de "CÁRITAS" parece ser que, lamentablemente, nos daba la razón al afirmar que más de la mitad de las personas que reciben ayuda de esta ONG católica tiene trabajo pero que el mismo solo les genera ingresos para hacer frente a las obligaciones económicas perentorias contraídas con diversos proveedores (alquiler, suministros diversos, etc...) pero no para permitirse gastos en cultura o entretenimiento ni para comprar comida, la cual les es suministrada en los distintos puntos que la ONG tiene distribuidos por toda la geografía española.

            El verdadero problema que se afronta y que como una bola de nieve irá creciendo con los años radica en que las condiciones laborales que hoy en día han de aceptar los trabajadores son cada vez peores en cuando a estabilidad y salario.

            A diferencia de lo que ocurría en España hace tan solo cincuenta años las posibilidades de que un trabajador comience y termine su vida laboral en la misma empresa son prácticamente nulas. En la actualidad cualquier trabajador, por motivos siempre ajenos a su voluntad, pasará por diversas empresas a lo largo de su vida activa y alternará periodos de ocupación con periodos de desempleo lo que no solo constituye una inestabilidad laboral sino sobre todo una inestabilidad vital que le impedirá hacer de manera racional planes de futuro a medio o largo plazo ya que difícilmente alguien puede contraer obligaciones económicas de tracto sucesivo y prolongadas en el tiempo, como puede ser una hipoteca, cuando no tiene garantizado el empleo más de cinco años consecutivos como mucho.

            Por otra parte, las condiciones salariales que hoy sufren los trabajadores son claramente leoninas y a la baja no sirviendo de nada establecer un Salario Mínimo Interprofesional cuando se permiten contratos de unas pocas horas a la semana que se traducen en salarios de trescientos, cuatrocientos o quinientos Euros al mes con los que un ser humano tan solo puede evitar a duras penas, y siempre haciendo malabarismos a fin de mes, que le corten los suministros o le desahucien de la vivienda.

            Esta realidad impuesta al mundo laboral unida al hecho de que los jóvenes cada vez se incorporan a él más tarde, aún siendo pésima, no es lo peor que puede pasar ya que lo peor está por venir al encontrarnos ante una verdadera bomba de relojería que explotará inexorablemente dentro de veinte o treinta años cuando los trabajadores que hoy se encuentran trabajando en estas condiciones accedan a la jubilación y tengan que vivir con las pensiones generadas por las bases de cotización de tan bajos salarios y de semejantes contratos.

            Hoy, tal y como afirma el informe de "CARITAS" publicado la semana pasada, el acceso al mundo laboral no garantiza ni la dignidad ni la inserción social, sirviendo en un número creciente de casos tan solo para proporcionar a los trabajadores el pan de la miseria y justificar supuestos éxitos económicos del gobierno que solo son éxitos estadísticos sin una auténtica transcendencia real.

            Enfrentando esta tragedia real lo primero que hay que hacer es plantearse qué tipo o modelo de sociedad queremos y cuál es la que, las medias políticas y económicas adoptadas hasta ahora por los distintos gobiernos, está creando porque evidentemente estamos en un momento no deseado ni deseable de transición de una sociedad de clases hacia una sociedad estamental donde los estamentos superiores estarán integrados por aquellos que tengan un trabajo asegurado de por vida. Ya ni vale ni sirve que gurús de la economía y de la política hagan vagas propuestas económicas o promesas electorales; son necesarias medidas concretas para que el trabajo sea accesible a todos aquellos que quieran y necesiten trabajar y que vuelva a ser un medio de dignificar y socializar a la persona y para ello tal vez haya que ir pensando en volver a proteger el trabajo estable e imponer una ley de hierro a los beneficios empresariales que no pueden seguir manteniéndose en un trescientos o cuatrocientos por cien a costa de los salarios que perciben los trabajadores y de los precios que pagan los consumidores.   

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