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martes, 20 de noviembre de 2018

CONMEMORACIÓN DE LA TRAGEDIA O CELEBRACIÓN DE LA VICTORIA



 El domingo 11 de Noviembre de 2018, a las 11.00 horas de su mañana, se cumplió el primer centenario de la firma del armisticio que acabó con aquella carnicería humana en el Frente Occidental que supuso la Gran Guerra, la cual no se convirtió en la I Guerra Mundial hasta que, veinte años después, estallase la II Guerra Mundial.

            Como no podía ser de otra forma las antiguas potencias beligerantes en aquel conflicto planificaron a lo grande su conmemoración, la cual sutilmente tenía más de hipócrita y sutil celebración de una victoria que de una triste conmemoración de algo que pudo y debió ser evitado a pesar de que, siendo realistas, todos los actos supusieron "la flor de un día" por la poca repercusión social que tuvieron. En este sentido se puede afirmar con poco peligro a equivocarse que la conmemoración del primer centenario del final de la Gran Guerra ha sido tan ignorado, al en España, como la conmemoración, el año pasado, de la Revolución Rusa, todo lo cual contrasta con pasadas conmemoraciones históricas como la del bicentenario de la Revolución Francesa o el cincuenta aniversario del Desembarco de Normandía o del Final de la II Guerra Mundial que tuvieron notoria repercusión informativa durante días.

            Se quiso presentar la conmemoración del primer centenario del armisticio de 1918, como un momento en que las diferencias europeas que habían dado lugar al conflicto bélico habían quedado totalmente superadas y en el que, desde hace tiempo, las potencias mundiales han emprendido un acercamiento y una política de distensión que hará imposible que hechos similares vuelvan a repetirse. No obstante hubo gestos sutiles que demuestran que tal conmemoración no fue así.

            En primer lugar destaca  la ausencia en los actos centrales que tuvieron lugar en Paris, el 11 de noviembre pasado, de las más altas personalidades del Reino Unido que prefirieron homenajear a sus caídos en la Gran Guerra en Londres con actos pura y propiamente británicos.

            En segundo lugar, la conmemoración fue más bien una celebración francesa, muy francesa, tal y  como lo fue la redacción de los tratados de paz de Versalles en 1919. A pesar de la intencionalidad manifestada, todos los actos de Paris dejaban entrever claramente que Francia, la misma Francia que se consideró victoriosa en la I Guerra Mundial y que impuso sus criterios en unos tratados de paz que luego provocarían la II Guerra Mundial y otros múltiples conflictos algunos de los cuales permanecen activos hoy en día, quería dejar patente que había sido la vencedora.

 Por otro lado, la visita de Macron, actual Presidente de la República Francesa, junto con la Canciller Alemana, Ángela Merkel, al famoso y reconstruido vagón del Mariscal Foch en el bosque de Compiègne, lugar donde se firmo el armisticio en 1918, no dejó de tener un punto de morbosidad porque en una situación de supuesta superación del conflicto volver allí con el representante de una potencia perdedora para conmemorar el armisticio es como hacer pasar a los alemanes por una especie de "Horcas Caudinas". No obstante es muy posible que, en ese momento y en ese lugar, lo que Ángela Merkel tuviera muy presente en su fuero interno fuera otro armisticio: el que tuvo lugar en el mismo vagón y en el mismo bosque de Compègne en Junio de 1940.

            Finalmente, la elección del lugar para la celebración de los actos centrales de la conmemoración no pudo ser más desafortunada si realmente se hubiera querido escenificar una reconciliación y una superación del centenario conflicto. El lugar elegido fue Paris y concretamente el Arco del Triunfo (en cuya piedra están grabadas todas las victorias napoleónicas y algunos de sus crímenes),  justamente los lugares donde hace cien años se celebró la victoria sobre los Imperios Centrales y donde hace noventa y nueve años (en 1919) tuvo lugar el gran desfile de la victoria.

            En realidad, la conmemoración del primer centenario del armisticio de 1918 no ha sido una conmemoración sino una celebración de aniversario de la victoria de las potencias de la Entente sobre los Imperios Centrales para mayor gloria de Francia y de sus dirigentes actuales. Si en realidad se hubiera querido conmemorar el fin de la carnicería de 1914 a 1918 con ánimo de reconciliación ¿Por qué no elegir como lugar de celebración la capital Belga, el país que mayor destrucción sufrió durante el conflicto?, o mejor aún, ¿Por qué no haber planeado los actos centrales de la conmemoración en la capital Alemana lo que hubiera sido un verdadero gesto de superación, olvido y derogación de aquella cláusula de culpabilidad en el inicio de la guerra que se impuso a Alemania por los tratados de paz de 1919?.

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