La semana pasada se hacían públicos
los datos del paro del mes de Abril que arrojaban, según el Instituto Nacional
de Empleo (INEM), la cifra de cuarenta y seis mil cincuenta parados menos situándose
la cifra total de parados en nuestro país por debajo de los cinco millones. En
cambio, hace varias semanas, el Instituto Nacional de Estadística (INE) por
medio de la Encuesta sobre Población Activa (EPA) del primer trimestre del año
2013 arrojaba la terrible cifra de un total seis millones doscientos dos mil
desempleados a fecha 31 de Marzo del 2013.
El desfase existente entre las
cifras aportadas por el INEM y la EPA y que es de más de un millón de personas
se debe a muchos factores como son que existen parados que no se computan en el
INEM por no estar inscritos en él, por no haber renovado la demanda de empleo o
porque el INEM no computa como desempleados a aquellos que se encuentren
haciendo algún cursillo, pero la única verdad irrefutable que se desprende de
estas encuestas es precisamente lo prescindibles que son todas ellas cuando
existe un país real que nada tiene que ver con el país reflejado en las
estadísticas.
Aun siendo más fiable la estadística
de desempleo proporcionada por la EPA esta no deja de falsear la cruda realidad
al no recoger ni valorar datos importantísimos sobre la población que harían
incrementar el número real de desempleados en España. Así, sería necesario
saber cuantas personas han abandonado el país por motivos laborales y
económicos desde que empezaron a dispararse las cifras del paro en el año 2009 porque
a efectos reales estas personas pasarían (o deberían pasar) a engrosar el
número de parados, ya que desempleado es todo aquel que estando en edad laboral
y deseando trabajar no puede conseguir un trabajo en su país. De esta forma y
en virtud del anterior razonamiento solo podemos deducir que el número de
parados en España es superior, al menos en un cinco por ciento, a los datos
arrojados por la EPA del último trimestre con lo cual su número superaría
ligeramente los seis millones y medio.
Frente a este drama del desempleo,
el gobierno no acierta a aportar ninguna solución más allá de los consejos que,
no pocos miembros de la casta política, dan a la juventud española de que
emigre a otros países con la excusa de “ver mundo, completar la formación
académica y adquirir experiencia” demostrando que, desde luego, no se puede
negar a la casta política española tener salida y justificación para todo. Si a
principios de los años ochenta del siglo pasado los padres aconsejaban
encarecidamente a sus hijos que estudiaran una carrera universitaria para “ser
alguien en la vida”, diez años más tarde, para ser ese mismo alguien ya era
preciso estudiar una carrera universitaria y hacer un Master en alguna materia
y veinte años después ya era preciso estudiar varias carreras y hacer varios
Master para ser ese alguien que ya tenía nombre propio: el Mileurista. Hoy, y por consejo de los señores políticos,
para llegar a ese mismo punto es preciso cursar varias carreras, hacer varios
Masters y, además, dar la vuelta al mundo en ochenta “mini Jobs”, más que nada
porque mientras se da la vuelta al mundo no se computa como parado en España.
Por otra parte, se va abriendo paso,
incluso entre sectores de la izquierda, la idea de “repartir el trabajo que
hay” reduciendo la jornada laboral y no sería ésta mala idea si no fuera porque
cualquier reducción de la jornada laboral conllevaría una proporcional
reducción salarial que provocaría un mayor empobrecimiento y pérdida del poder
adquisitivo de los trabajadores y de sus familias. Incluso sería posible que la
reducción de la jornada laboral tuviera el efecto contrario y se llegase a
incrementar la jornada efectiva superándose la actual de ocho horas y ello
porque en caso de acceder un trabajador a un trabajo de cuatro horas diarias y
cuatrocientos euros de sueldo al mes es posible que el trabajador procurase
encontrar otro trabajo, tal vez de cinco horas al día y quinientos euros
mensuales de sueldo con lo cual se encontraría con una jornada laboral real de
nueve horas y un salario mensual real de novecientos euros, es decir, se
encontraría en la situación propuesta por ese gran empresario español, hoy
recluso, que fue Díaz Ferran: “trabajando más y cobrando menos”.
Lo peor y lo más grave de la
situación del desempleo en las Españas es que cada vez amenaza más con dejar de
ser EL PROBLEMA (así con mayúsculas) para convertirse en un problema más que
generara un nuevo y ENORME PROBLEMA (así con mayúsculas) que será el
empobrecimiento progresivo e irreversible de la población española hasta
niveles similares a los existentes en el Tercer Mundo.
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