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miércoles, 15 de febrero de 2017

UNA IMAGEN, UN LÍDER, UN PODER




El pasado fin de semana (11-12 de Febrero de 2017) estuvo cargado de contenido político al celebrarse simultáneamente los congresos del Partido Popular y de PODEMOS que, salvando las diferencias, no dejan de presentar ciertas semejanzas en las escenificaciones que llaman poderosamente la atención y nos hacen cuestionarnos la naturaleza que han adquirido los distintos partidos políticos en nuestro país.

            El congreso del Partido Popular refleja una organización política consolidada en el régimen político español que a lo largo de estos últimos cuarenta años ha alcanzado importantes parcelas de poder a nivel municipal y autonómico, además de estatal, que le ha permitido adquirir cierto voto fiel por lo que su único objetivo es mantener o, incluso, incrementar esas parcelas de poder.

            En el actual régimen político español, el poder para los Partidos es importante no solo porque a mayor poder mayores subvenciones públicas que les permiten mantener amplias estructuras con numerosos "funcionarios del partido", sino también porque a mayor poder mayor número de cargos electos, cada uno de los cuales tiene, a su vez, derecho a nombrar varios asesores. De esta forma un partido político como el Partido Popular puede dar, directa o indirectamente, ocupación retribuida a un millón de familias que se convierten en clientes de dicho partido con lo que ello significa en número de votos seguros en unas elecciones ya que fácilmente por cada cargo electo, asesor y "funcionario del partido" hay, al menos, tres familiares o amigos de éste que votan a dicho partido.

            Por lo tanto, el mayor interés del Partido Popular es mantener la parcela de poder que en estos momentos tiene siendo consciente que cuando la pierda significativamente, como le ha ocurrido al PSOE, entrará en una grave crisis que tal vez suponga su desaparición. El Partido Popular es igualmente consciente que para mantener su actual nivel de poder encuentra su mejor baza en los deméritos de los partidos que integran la oposición porque, es de indicar que si el Partido Popular es hoy el partido del gobierno no lo es por méritos propios sino por deméritos de todos los demás y por ello su congreso ha sido una pura y simple campaña de imagen en la que ha pretendido presentarse como una formación homogénea, unida y con un líder incuestionable además de hacer guiños a diestro y siniestro, nunca mejor dicho, utilizando un lema, "España Adelante", que parece inspirado en el fuerzanovista "Adelante España" de 1979.

            El Congreso del Partido Popular ha sido una pura y simple demostración de imagen y unidad  con la exaltación del líder que encarna esa unidad e imagen. Exento del Congreso ha estado cualquier planteamiento ideológico sustancial y cualquier propuesta de solución a los graves problemas que afronta el país y solo ha consistido en cerrar filas en torno a sus líderes, exaltando a Mariano Rajoy como el gran líder y repetir la salmodia de la unidad de España y de la grandeza de la Constitución de 1978, todo ello porque el Partido Popular sabe muy bien que los casos de corrupción ya están amortizados electoralmente, se vislumbran mejoras estadísticas (que no reales) en la situación socio-económica del país y que el fraccionamiento del electorado de izquierda le permitirán, muy posiblemente, renovar la victoria en las próximas elecciones.

            Después de este Congreso, el Partido Popular no se define como una formación política sustentada en tal o cual ideario, sino simplemente en una maquinaria electoral para alcanzar y mantener el poder y para ello nada mejor que tener un líder incuestionable, aunque esté muy lejos de tener cualquier tipo de carisma.

Por su parte, el Congreso de PODEMOS ha mostrado un partido que, llamando a sus órganos internos como los quieran llamar, también desea convertirse, como lo es el Partido Popular y lo fue el Partido Socialista Obrero Español, y por idénticos motivos en un partido de poder; por ello la gran discusión durante el Congreso ha sido la estrategia a seguir para conseguir más apoyos en las urnas que se traduzcan en mas poder en las instituciones, en si era más conveniente mantener un discurso moderado y centro izquierdista que le permitiera ganarse a los restos del naufragio socialista o, si por el contrario, era más conveniente mantener un discurso duro y radical. Parece ser que ha ganado la segunda opción y que PODEMOS se configura como una férrea estructura política a modo de los viejos partidos sabiendo de antemano que, hoy por hoy, el mayor activo de PODEMOS es su imagen (que no su realidad) de organización transversal y su líder Pablo Iglesias.

            Seguramente después de Vistalegre II PODEMOS irá perdiendo toda originalidad, si es que alguna vez la tuvo, y se convertirá en un partido más que pase a formar parte de los problemas que afectan a los españoles y no de las soluciones pero, mientras tal circunstancia se confirma, la imagen construida durante estos tres años y el liderazgo carismático de Pablo Iglesias resultan una baza excelente para, como mínimo,  conservar los actuales apoyos electorales durante muchos años por lo que PODEMOS se consolida en el espectro político español, al menos hasta que se produzca en un futuro que no es inmediato, una renovación de liderazgo y un deterioro de su imagen.

            En el fondo, y no muy en el fondo, PODEMOS se ha convertido en gran medida en un nuevo PSOE que, sin tener un ideario claro ni definido, llegó a ser un partido de gobierno y de poder simplemente gracias al carismático liderazgo de Felipe González y a la imagen (que no realidad) que del partido tenían sus votantes y la cual tardó cuarenta años en deteriorarse.

            La sociología política de nuestro país es extremadamente complicada. Las inclinaciones políticas de los españoles son viscerales y no racionales, se dejan guiar mas por las formas que por las sustancias y ello hace que se dejen convencer fácilmente por las apariencias y sean dados a grandes esperanzas condenadas a grandes desengaños. Los distintos miembros de la casta política lo saben (para ello se gastan mucho dinero en análisis de la realidad sociológica del país que quedan plasmados en informes internos) y por ello, si bien nos paramos a pensar, no ofrecen nada más que una imagen que entronque con los deseos de una parte del cuerpo electoral y un líder representativo de esos deseos en lo que no son más que campañas de puro marketing comercial y no debates de las grandes cuestiones políticas que nos afectan que culminen con la vertebración de un modelo de país.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y a escala de Comunidad Autónoma de Euskadi sucede exactamente lo mismo: por un lado el PNV (equivalente vasco al PP español), y por otro Bildu (equivalente a Podemos). Y sin solución de continuidad…

El que tuviera la esperanza de que Bildu fuera la última trinchera frente al caos, estará decepcionado, al igual que con Podemos.

Y seguiremos votando lo mismo, y sinceramente, ya no sé si votamos “visceralmente”. Estoy pensando en algo más degradado aun.

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