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martes, 20 de junio de 2017

CONSIDERACIONES SOBRE LA MOCIÓN DE CENSURA


El brujo....

El debate de la anunciada Moción de Censura presentada por PODEMOS tuvo lugar la semana pasada con el resultado que era de esperar pues fracaso y por mucho al cosechar tan solo 82 apoyos frente a los 170 del gobierno. Y al no prosperar la Moción, los medios de comunicación afines al Partido Socialista y al Partido Popular acusan al líder de PODEMOS de irresponsable o, ingenuamente, proclaman la victoria del Presidente del Gobierno. Mariano Rajoy, lo cual no sé si acerca estos medios a las subvenciones pero lo que es seguro es que los aleja de la realidad política del país.

            Ningún jefe político que se precie formula una Moción de Censura si esta no responde a una estrategia definida o a una finalidad poderosa la cual no tiene por qué ser necesariamente la de desalojar del poder al gobierno de turno. La Moción de Censura presentada por PODEMOS sigue el modelo de aquella Moción de Censura que en los albores de la democracia, allá por 1980, presentó el entonces líder socialista, Felipe González, contra el entonces Presidente del Gobierno y líder de la Unión de Centro Democrático (UCD), Adolfo Suárez.  

            Ni la Moción de Censura de Felipe González en 1980 ni de de Pablo Iglesias en el 2017 tenían visos de prosperar dada la realidad aritmética de un parlamento que hacía imposible que los respectivos candidatos a la Presidencia del Gobierno obtuvieran la mayoría absoluta requerida para gobernar. Así pues, si en ambos casos se sabía de antemano que no se iba a producir un cambio de gobierno, ¿Por qué se insistía en una Moción de Censura condenada al fracaso?. La respuesta a esta cuestión no puede ser más sencilla: las Mociones de Censura también sirven de medio propagandístico además de aclarar el panorama político cara a unas futuras elecciones.

            Con la Moción de Censura de 1980 el Partido Socialista Obrero Español golpeaba un gobierno débil apoyado en un partido, la Unión de Centro Democrático, que estaba en franca descomposición por lo que con poco o ningún desgaste consiguió encumbrar la figura de Felipe González a la categoría de hombre de estado a la vez que conseguía agrupar el apoyo de todo el espectro parlamentario de la izquierda que, tan solo dos años más tarde, se desangraría electoralmente a favor del PSOE.

            Posiblemente, la semana pasada  PODEMOS buscaba un efecto similar al buscar claramente dos cosas: la primera relanzar a su líder, Pablo Iglesias, luciéndolo en una batalla parlamentaria contra el señor Rajoy en la que contaba con explotar ampliamente la corrupción generalizada del Partido Popular y la segunda poner al Partido Socialista en la disyuntiva de favorecer un  gobierno de cambio o permitir la continuación del gobierno del Partido Popular.

...Y los aprendices
            No obstante, aquello que consiguió el PSOE en 1980 no lo ha conseguido PODEMOS en 2017 al no haber sido consciente de las condiciones objetivas. El Partido Popular de hoy no es la UCD de 1980 porque mientras esta estaba en tal estado de descomposición que su situación interna obligaría a dimitir al Presidente del Gobierno pocos meses después de superar la Moción de Censura, el Partido Popular es un partido que se presenta públicamente como monolítico y que no tiene otro objetivo que conservar el poder cerrando filas bajo la consigna de "con razón o sin ella, siempre con el jefe que nunca se equivoca". Por otra parte, todo político sabe que los casos de corrupción terminan siempre por amortizarse políticamente con el simple transcurso del tiempo por lo que la corrupción solo tiene la posibilidad de afectar grave y definitivamente a un partido político si, con gran escándalo, estalla algún caso en plena campaña electoral. 

            Por otra parte, aunque el Partido Socialista Obrero Español se ha instalado en la misma abstención que permitió acceder al poder al Partido Popular, circunstancia esta que podría ser aprovechada (y seguro que lo será) por PODEMOS para acusarle de una supuesta defección a la izquierda, éste siempre podrá argumentar que aún no había tomado las riendas del partido la nueva directiva con su nuevo Secretario General, Pedro Sánchez, al frente por lo que la Moción de Censura no desgastara demasiado al PSOE en favor de la formación morada. 

            Finalmente la propia actuación del candidato propuesto por PODEMOS, Pablo Iglesias, se aleja mucho de la imagen que el líder del PSOE dio en 1980. Pablo Iglesias no ha salido reforzado de la Moción de Censura, incluso al recabar el apoyo exclusivamente de ERC, Bildu y Compromís (formación que, por cierto, forma parte de PODEMOS) va a permitir al Partido Popular explotar en los próximos comicios el miedo que la formación morada inspira en no pocos electores presentándose como la única alternativa de gobierno frente a una presunta situación de caos. 

            Para cualquier analista político por poco sagaz que sea, lo único que ha dejado claro la Moción de Censura de la semana pasada ha sido la caótica situación en la que se encuentra el estado el español y la total ausencia de ideas y programas de los distintos miembros de una casta política parcialmente renovada que no tiene la más mínima seriedad y altura de miras, que carece de cualquier concepto de estado y de la que se encuentra ausente toda vocación de servicio público al anteponer los intereses particulares y de partido al interés general del país.



1 comentario:

Anónimo dijo...

No voy a mover un ápice lo que Ud. dice. Ahora bien, ya no me asusta la “clase política”, lo que me da pavor es otro aspecto que se deduce de su texto, leyendo entrelíneas, si se quiere, y es la aparente complacencia del pueblo soberano hacia esta situación. Si algo de esa moción sirve para dar todavía más peso en el sentido de única alternativa al PP frente al “caos” de Podemos o del PSOE, me pregunto si merecemos como pueblo la democracia.

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