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martes, 10 de marzo de 2015

LA POLÍTICA DE ELEMENTOS CORRECTORES



Las crisis económicas, cuando se producen y se prolongan en el tiempo, tienen la propiedad de hacer aflorar todos los males que, a lo largo de los tiempos, se han ido acumulando en las sociedades y que, durante los tiempos de bonanza, se han mantenido perfectamente camuflados, mimetizados e ignorados, simple y llanamente, porque las poblaciones no deseaban verlos. En realidad, las crisis económicas, políticas y sociales que han sucedido a lo largo de la Historia de la humanidad no son más que síntomas puntuales de esos males, ante los cuales solo se puede actuar de dos formas: una primera tratando y actuando contra los síntomas o, bien, buscando el mal causante y atacarlo en su origen.

             Evidentemente, analizar los males que ocasionan las crisis o los problemas y buscar su erradicación es una tarea ímproba y generalmente desagradecida que solo alguien que armonice en su persona una mente analítica, sagaz y abierta capaz de ver a largo plazo, un alma de artista y un corazón  generoso puede emprender aunque, cuando alguien así ha surgido, siempre ha sido rechazado por las masas y, en medio de la total incomprensión, se le ha marginado tildándole de loco o de subversivo.

            Descartando pues la realización de una política tendente a erradicar los males siempre se ha planteado y practicado una política de aplicación de elementos correctores mediante la cual se actúa sobre los síntomas sin, ni siquiera, buscar el mal originario que los produce con lo que, en no pocas ocasiones, se obtiene buenos resultados a corto y medio plazo aunque a largo plazo los síntomas siempre reaparecen quizás con mayor virulencia.

            Una política basada en la aplicación de elementos correctores no busca la solución del mal originario sino simplemente la desaparición o mitigación de sus consecuencias más inmediatas y visibles por lo que su objetivo consiste en obtener éxitos aparentes con los cuales se retorna a una situación de manifiesto desarrollo material que fomenta una tranquilidad social que es la garantía del sosegado ejercicio del poder y, por supuesto, del abuso del mismo porque ningún ciudadano se cuestiona nada en los momentos de bonanza.

            Esta política de elementos correctores, la podemos ver en numerosos aspectos siendo más patente en los ámbitos de la ecología y de la economía.

            En ecología, desde la confirmación del calentamiento global del planeta y del efecto invernadero, numerosos grupos ecologistas e incluso políticos de renombre mundial claman en diversos foros internacionales contra este hecho pero sus propuestas, que aparentemente tienden a ser soluciones, no son más que elementos correctores tendentes a retrasar lo inevitable de no atacar al verdadero mal que no es otro que un mal moral o filosófico que consiste en la verdad incuestionable de que no puede existir un crecimiento material infinito dentro de los límites finitos en el que vivimos. Así pues, resulta muy fácil proponer la reducción en la emisión de gases invernadero pero tal propuesta ¿Qué es en realidad lo que supone? pues simplemente que si, atendiendo a la actual emisión de gases, es muy posible que el planeta se caliente y los polos se derritan dentro de cien años con todo lo que ello implica, si se logra reducir dicha emisión a la mitad el planeta se calentara a un ritmo menor y los polos se derretirán dentro de doscientos años. Luego este "elemento corrector", que sería la reducción en la emisión de gases, no soluciona el problema, que es el colapso global del planeta, sino simplemente aparenta ser la solución; todo ello sin contar con que resulta muy difícil que las potencias que han tenido un gran desarrollo material a costa de emitir gases invernadero ahora quieran imponer a otras potencias en vías de desarrollo la limitación en la emisión de unos gases que tanto ha enriquecido y hecho prosperar a las primeras.
            
Por su parte, en economía se repite la misma cuestión filosófica o moral que no es otra que no puede existir un crecimiento o desarrollo económico infinito dentro de unos límites finitos y según más se acerca la humanidad a esos límites más profundas y prolongadas son las crisis económicas. Frente esto la política de elementos correctores adopta en cada momento medidas tendentes a dinamizar la actividad económica (bajada de impuestos, cambios en la legislación social y laboral, etc..) logrando en la mayoría de los casos superar la crisis y hacer despegar nuevamente la economía aunque nadie sea consciente de que, tras cada crisis, la humanidad ha retrocedido en materia de derechos sociales y económicos, aunque sea de forma imperceptible, y que ante nuevas crisis los gobiernos tienen menos capacidad de respuesta y de superación de la misma.

            La política de elementos correctores no soluciona ningún problema sino que simplemente retrasa el momento del colapso global al que estamos avocados de no atajar los males fundamentales siendo en cierto sentido un engaño para los ciudadanos ya que fundamentalmente juega con las apariencias en su finalidad de crear una realidad material falsa donde la superficie sea perfecta aunque el magma que subyace debajo de la misma sea altamente inestable y constantemente amenazante y es que, no muy en el fondo, la política de elementos correctores, que es la que se da en toda Europa desde los años sesenta del siglo pasado, es la política de la cantidad frente a la calidad, la de la forma frente a la substancia y la de la apariencia frente a la realidad.

            Frente a esta política de elementos correctores puesta en marcha por un número reducido de seres diminutos para engañar a un inmenso número de personas es imprescindible contraponer una política de lo absoluto que se dirija contra los males fundamentales y no solo contra los síntomas, con la finalidad de crear un nuevo tipo humano basado, muy posiblemente, en los clásicos, y hoy olvidados, valores axiológicos donde la finalidad última del hombre, liberado de toda servidumbre material impuesta por la necesidad, sea crecer en calidad y en solidaridad hacia el prójimo que sufre.

            Es hora ya, que los pueblos dejen de creer en esa pequeña política de elementos correctores, de la espalda a los seres diminutos que la enarbolan y abandone esa idea falsa interesadamente inculcada de que "la política es el arte de lo posible". La política, la única política verdadera, la política de lo absoluto requiere tres simples cosas: la capacidad para imaginar lo imposible, la voluntad para conquistarlo y la materialización en resultados positivos. 


1 comentario:

margarita dijo...

No lo he leído todavía todo, me llego en lo de la ecología, y me gustaría aportar unas observaciones: Lo del CO2 como causante de un supuesto mal llamado calentamiento global, es solo una teoría sin demostrar con la que gran parte de la comunidad científica no está de acuerdo y de la que mucha gente piensa que es un "sacadineros" por RESPIRAR.Los países "desarrollados" no se han "desarrollado" por emitir CO2 con el petróleo, sino por ROBAR ese petróleo y otras riquezas naturales a los países donde están, de manera que son muy ricos en recursos pero están siendo saqueados endémicamente.

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