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domingo, 1 de junio de 2008

LAS GUERRAS CIVILES FRANCESAS EN SU LITERATURA

La reciente publicación en España de la novela histórica y de aventuras titulada “La Venganza del Sable”, escrita por Frédéric H. Fajardie y ambientada en la época del terror revolucionario y con el trasfondo de la rebelión de la Vendee contra la Convención es un último ejemplo de la enorme fuente de inspiración que la literatura del país vecino encuentra en sus guerras civiles.

Trágicas y sangrientas guerras civiles han existido en prácticamente todos los países europeos y también americanos pero lo que hace peculiar y llama la atención en el caso francés es el tratamiento que de sus guerras fraticidas ha hecho su literatura contemporánea, desde la inmediatamente posterior a las guerras napoleónicas a la novela histórica francesa actual que en realidad poco aporta a lo ya expresado en las obras escritas por los grandes autores galos del Siglo XIX.

Las principales novelas históricas francesas traducidas al castellano y que tienen por objeto las luchas civiles en Francia, son “El Hugonote” de Prosper Merimee, ambientada en las guerras de religión del siglo XVI y en el sitio de la Rochelle, “Noventa y Tres”, de Víctor Hugo, “Los Chuanes” de Balzac y “El Caballero de Saint Hermine” de Alejandro Dumas, ambientadas estas tres últimas en esa “guerra de gigantes” que fue la sublevación que tuvo lugar en la Vendee y en Bretaña entre 1792 y 1796.

En todas las novelas mencionadas, quedan perfectamente definidos los dos bandos contendientes así como descritos minuciosamente los objetivos de sus respectivas causas políticas o religiosas, pero a pesar de que hay vencedores y vencidos, el mensaje común de todas ellas es la conciliación.

Los protagonistas de las novelas históricas francesas ambientadas en sus guerras civiles, pueden ser protestantes o católicos, monárquicos (blancos) o republicanos (azules), combatir, en definitiva, en bandos opuestos pero todos ellos son presentados al lector por los diferentes autores como seres sublimes llenos de valores y virtudes no existiendo en párrafo alguno menoscabo o signo de desprecio a la causa contraria gozando la narración de una total imparcialidad histórica y un velado deseo de superación de los traumas que toda guerra civil genera en una sociedad.

Dicha imparcialidad y deseo conciliador que los grandes autores franceses del Siglo XIX antes mencionados muestran en sus novelas históricas no implica ni falseamiento de la historia ni ocultación de las crueldades de la guerra civil. Así en todas las novelas ambientadas en la Guerra de la Vendee no se esconde la existencia del brutal dictado de la Convención ordenando hacer una guerra a muerte no permitiendo conceder cuartel al enemigo siendo aún más representativo de la barbarie de la guerra civil el final de la novela “El Hugonote” de Merimee, donde uno de los protagonistas, soldado protestante refugiado en la fortaleza de La Rochelle, al ver a un soldado enemigo tocado con un sombrero de llamativo plumaje inspeccionando las murallas hace con los suyos una frívola apuesta consistente en que es capaz de alcanzarle con el arcabuz y una vez realizado el disparo y, al acudir a recoger el cadáver del soldado católico, descubre que es su hermano.

De la lectura de las novelas históricas francesas ambientadas en sus guerras civiles se deduce claramente la voluntad en sus respectivos autores de dar a entender que todos sus personajes pueden luchar en bandos opuestos y defender causas irreconciliables, pero ante todo y por encima de todo son franceses y que las virtudes que muestran y los sacrificios de los que son capaces no pertenecen a un bando o partido concreto sino que son virtudes francesas y sacrificios que enorgullecen a toda Francia. Este amor a la patria común de los contendientes como medio de superación de todas las diferencias de bandería, queda bellamente descrito en la escena de la novela “El Caballero de Saint Hermine” de Dumas, donde el general monárquico Georges Cadoual y el emisario de Napoleón tras cenar amigablemente y no poder brindar en común ni por el Rey del primero ni por el Cónsul y general del segundo deciden brindar por aquello que une a ambos: Francia.

Las guerras civiles francesas han sido y seguro que seguirán siendo en Francia, así lo demuestra la última novela de Fajardie, motivo para hacer una muy buena literatura, entretenida, pedagógica y superadora de diferencias debiendo servir de ejemplo para las literaturas de otros países, que al tratar el tema de sus respectivas guerras civiles, más bien trasladan los frentes de batalla al papel impreso debiendo dar gracias de que las bolas de papel carezcan del poder penetrante de las balas de fusil.

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