Nuevamente los españoles estamos convocados, el próximo día 20 de Noviembre, a unas elecciones, esta vez generales, para elegir a aquellos que dicen que van a representarnos en los próximos cuatro años y que nos van a guiar hacia una nueva tierra de promisión donde todos seremos saciados de justicia y bienestar (sea esto dicho y entendido con todo sarcasmo) y, una vez más, desde este humilde blog; no queremos ni podemos dejar pasar la ocasión sin hacer un análisis del panorama electoral que sirva de orientación a quienes dedican una parte de su tiempo a leernos.
Siempre que ha sido posible “El Chouan Ibérico” ha aconsejado a sus lectores que votasen a las candidaturas carlistas que se presentaban bajo el nombre de Partido Carlista por ser, en puridad histórica, la única opción política (1) que, en sus casi dos siglos de historia, ha sido totalmente honrada con los ciudadanos españoles no habiéndose vendido jamás a postor alguno ni rehusado el sacrificio propio en aras del bien común. No obstante, en las Elecciones Europeas del año 2009; al no presentarse el Partido Carlista solicitamos el voto nulo promoviendo a un candidato quimérico cual era Alonso Quijano, Don Quijote.
En las elecciones del próximo día 20 de Noviembre y al no concurrir el Partido Carlista nos es imposible recomendar el voto para cualquiera de las candidaturas que se presenta y tampoco podemos promover otra candidatura quimérica porque todos los concurrentes a estos comicios dan la razón a los que afirman que la realidad siempre supera a la ficción y en este caso cada candidato, por sí solo e individualmente considerado, supera las características fantasiosas de Fantomas, villano literario creado por Marcel Allain y Pierre Souvestre en 1911. Aún así es necesario hacer algunas consideraciones.
En primer lugar, estas Elecciones Generales son las primeras a las cuales no ha podido concurrir todo aquel partido que ha querido pues la reforma electoral que entró en vigor en Enero del 2011 tras ser aprobada en el Congreso de los Diputados por TODOS los partidos con representación parlamentaria impide presentarse a todas aquellas candidaturas que no consigan unos avales mínimos que van del 0.1 al 0.2 por ciento de la población de la circunscripción electoral por la que se desea presentar. Esto supone un límite injusto al derecho de las personas a elegir y a ser elegidos porque la esencia misma de la democracia esta en que cualquier persona individual u organizada en partido o agrupación de electores puede presentarse a unas elecciones para captar la confianza de sus conciudadanos. El hecho mismo que haya candidaturas que estén hablando en la actual campaña de “mayor libertad y de más democracia” y que hace tan solo unos meses hayan apoyado esta reforma electoral en el Congreso es la mayor prueba de falta de honestidad y de honradez que puede demostrar alguien que aspira a dirigir la Res-Publica y recuerda la actitud de los partidos mayoritarios integrantes de la “Platajunta” (PSOE, PCE, PSP…), que en 1976 se comprometieron a no acudir a las elecciones de 1977 si no eran legalizados todos los partidos que la integraban, pero que, una vez legalizados ellos, no hicieron honor a sus compromisos y dejaron en la estacada de la clandestinidad a no pocos partidos que habían luchado tanto como ellos, y en cualquier caso más que el PSOE, por la democracia en este país (entre los partidos que formaron parte de la “Platajunta” y que no fueron legalizados para concurrir a aquellas elecciones de 1977 se encontraban la ORT, el Movimiento Comunista y el Partido Carlista).
Por otra parte, ninguna de las formaciones políticas que concurren a estas elecciones, algunas de las cuales son fruto del más puro oportunismo y transfuguismo político, propone nada nuevo y constructivo para el país. Así, el PSOE propone continuar con las reformas iniciadas por el actual gobierno y el Partido Popular sugiere cambiar el modelo de gestión para hacer más y más profundas reformas que considera imprescindibles, haciendo ambos partidos un magnífico alarde de perversión del lenguaje porque no cabe la más mínima duda de que cuando la casta política nos habla de reformas a lo que en realidad se está refiriendo es a recortes, privatizaciones y pérdida de derechos sociales.
Así pues, “El Chouan Ibérico” solo ha podido llegar a una conclusión que es que no importa quién gane las elecciones el próximo día 20 de Noviembre porque, gane quien gane, va a ser el pueblo español quien pierda. Será el pueblo español quien pierda prestaciones sociales, será el pueblo español quien pierda libertades y representatividad y será, finalmente el pueblo español, quien pierda derechos y quien tenga que hacer todos los sacrificios para que la casta política que gestiona la Res Publica desde hace décadas siga viviendo a “La Grande Du Monde” mientras que cada vez más ciudadanos se ven obligados a acudir a los comedores sociales de Cáritas.
Partiendo de esta conclusión, repetimos que no recomendamos ni aconsejamos el voto para ninguna candidatura que se presenta a estas elecciones, pero tampoco justificamos ni podemos justificar la abstención porque, si bien es cierto que es muy recomendable que los resultados electorales muestren el rechazo de la ciudadanía española a la casta política que la oprime, la abstención en la mayoría de los casos solo refleja pasotismo y comodidad por lo que, reprimiendo de momento la muy fuerte tentación que tenemos de reclamar a gritos la presencia de un Marco Bruto en el Hemiciclo y la colocación de una estatua de Pompeyo en la puerta del mismo, creemos más ajustado a la situación presente, que todos los ciudadanos españoles se tomen la molestia de salir de sus cálidos hogares el Domingo 20 de Noviembre y, aunque haga frío, llueva o nieve; voten según su gusto en blanco o en nulo, bastando para lo primero introducir en la urna un sobre vacío o con un papel en blanco o cogiendo cualquier papeleta y escribir sobre ella con un bolígrafo para lo segundo.
(1). Otro grupo igualmente honrado del panorama político español son los anarquistas pero al ser inherentes en ellos la no participación en política por ser negación de todo estado y autoridad no se les puede considerar una opción política a la que apoyar o no en unas elecciones, además de tener divergencias ideológicas con ellos que para nada menoscaban la estima que hay que tener a los que combaten honestamente por sus ideas para sacar como máxima recompensa la cabeza caliente y los pies fríos.
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