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jueves, 1 de mayo de 2014

¿QUÉ ESTA PASANDO EN ESPAÑA?

Algo se mueve, algo ocurre, algo esta pasando en España y no me estoy refiriendo al tan traído y llevado “desafío soberanista” impulsado por el Presidente de la Generalitat, Artur Mas. No, todo lo que está pasando en Cataluña no es más que un síntoma, tal vez el más llamativo por ruidoso, pero no el más importante de lo que realmente esta pasando en este país.

Hace tan solo diez años, que no equivalen a más de una milmillonésima de segundo en la historia de los estados, Su Excelencia el Jefe del Estado a Título de Rey tenía la más alta valoración entre los ciudadanos, “había salvado la democracia el 23 de Febrero de 1981 y era “de lo mejor que nos podía haber pasado a los españoles” mientras que la Constitución de 1978 era el más perfecto e importante texto legal que había tenido la historia del Derecho en España e incluso en el Mundo casi comparable al Código de Hammurabi, a la Ley de las Doce Tablas o a la Compilación de las Leyes de Indias. En cambio hoy, en Mayo de 2014, no puede por menos que sorprender que los mismos que tales cosas afirmaban no dudan en cuestionar a la persona que encarna actualmente la Jefatura del Estado y la forma de la misma así como incidir en las desventajas e imperfecciones del texto Constitucional hasta reducirlo a un mero reglamento de tafullería.

Se podrá argumentar para explicar tales cambios que es en los últimos diez años cuando la Jefatura del Estado se ha visto gravemente salpicada por distintos escándalos protagonizados por familiares cercanos a Su Excelencia y que el transcurso del tiempo ha envejecido la Constitución de 1978 hasta la decrepitud, pero si el primer argumento bien podría justificar la pérdida de valoración positiva de la Jefatura del Estado entre los ciudadanos; el segundo no explica suficientemente los radicales cambios de opinión sobre la Constitución Española y ninguno de los dos razona el por qué los mismos que ayer eran los apologetas de don Juan Carlos y de la Constitución hasta el extremo de proceder a una deificación que rozaba el ridículo hoy son sus más feroces y despiadados enemigos hasta el absurdo de actuar contra sus propios actos y justificar tácitamente los postulados sostenidos por toda la ultraderecha durante la llamada "Transición". Al respecto y a modo de ejemplo se pueden citar varios casos, actitudes y comentarios.

En primer lugar podemos fijarnos en el último libro publicado por la periodista Pilar Urbano titulado "La Gran Desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar" en donde la autora llega a afirmar que "El Rey nos salvó in extremis de un golpe que él mismo había puesto en marcha, no queriendo que fuera un golpe, queriendo una solución fraguada en el Parlamento; pero Suárez le advertía: "¡Esto es un golpe!". Esta afirmación al igual que todo el precitado libro viene a incidir en la creencia de la implicación del Jefe del Estado en la famosa comedia bufa del 23-F, creencia esta que siempre ha estado subyacente en la sociedad española y que nació en el seno de los propios ambientes golpistas y que fue ampliamente difundida por los medios ultraderechistas "El Alcázar" y la revista "Fuerza Nueva" hasta el extremo de insinuar la identificación del "Elefante Blanco" (no el de Botswana) con el propio don Juan Carlos. Lo curioso de esto es que Pilar Urbano ha estado siempre muy próxima al ocupante del Palacio de la Zarzuela hasta el extremo de haber sido columnista habitual del monárquico y por juancarlista diario "ABC".

El libro de Pilar Urbano  parece que no es más que la última novedad en el discurso antimonárquico y antiborbónico  que alguien, no sé quién, ha decidido agitar de un tiempo a esta parte y que por cierto debe mucho en materia de derechos de autor al régimen franquista que, a pesar de instaurar oficialmente la monarquía en la persona de don Juan Carlos de Borbón, se permitió una amplia incontinencia verbal antiborbónica y antimonárquica con lemas como "Ni Juan Carlos ni Sofía, no queremos monarquía" o "La vergüenza borbónica de Gibraltar" y con la proliferación de títulos literarios antológicos como "¿Y estos Borbones nos quieren gobernar?" de Ramón de Alderete o "Borbones Masones" de Mauricio Carlavilla.

Por otro lado, nos encontramos con las actitudes que están mostrando los actuales partidos mayoritarios (PSOE, PP, IU, CiU) que en su día colaboraron en la redacción del texto constitucional, apoyaron de una forma decisiva su aprobación en el Referéndum del 6 de Diciembre de 1978 y defendieron fanáticamente su contenido durante décadas tildando la más mínima de las críticas como "involucionistas" o, directamente, como "fascistas".

Siendo de recordar que el Partido Socialista Obrero Español gobernó con mayoría aplastante, más que absoluta, de 1982 a 1993 (11 años) y luego con mayorías simples con el apoyo de IU y ERC de 1993 a 1996 (3 años) y de 2004 a 2011 (7 años) y el Partido Popular gobernó con mayoría simple, con el apoyo del PNV y CiU de 1996 a 2000 (4 años) y con mayoría absoluta de 2000 a 2004 (4 años) cabe preguntarse ¿Por qué no hicieron entonces las ahora tan cacareadas reformas constitucionales?. La respuesta a esta pregunta es simple en extremo: porque no quisieron ya que todos estaban y están muy a gusto instalados en este modus vivendi constitucional que les ha permitido haber sucedido al Franquismo en los múltiples beneficios del concepto de las Españas como cortijo particular.

En cambio ahora, todos estos grandes partidos estatales (PP, PSOE e IU) así como los que de ellos han nacido (VOX, UPyD, EQUO...) se esfuerzan en presentarse como los grandes defensores de la Reforma Constitucional hacia el republicanismo y el federalismo unos (PSOE, IU, EQUO) aunque fueran de los primeros en aceptar la forma de estado impuesta por la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado de 1947 ratificándola en la Constitución de 1978 y carezcan de una idea clara de lo qué es el federalismo, o hacia la centralización del estado otros (PP, VOX, UPyD) aunque antes nunca se hubieran mostrado incómodos con el Título VIII de la Constitución (e incluso hayan crecido y prosperado bajo su amparo) y ello suponga la resurrección del Franquismo aunque  tan solo sea en lo relativo a la administración territorial.

Finalmente, también se debe  hacer referencia a los comentarios de no pocos miembros de lo que ya se está convirtiendo en una verdadera miscelánea intelectual formada por periodistas, historiadores, tertulianos bachilleres, economistas, etc... que llevan cuarenta años siendo auténticos "forjadores de la opinión pública" al servicio de particulares intereses políticos y económicos. Ser tertuliano en televisión o periodistas en un diario no sería nada más que una fórmula honrada y digna de ganarse la vida si no fuera porque entre estos "forjadores de la opinión" se detecta precisamente un cambio de opinión, abogando hoy por lo que ayer atacaban con rabiosa contumacia.

Algunos de estos "forjadores de la opinión" empezaron su carrera en la Prensa del Movimiento de la cual salieron escopetados a "defender las libertades" en los nuevos periódicos que surgían en los primeros años de "La Transición" ("El País", "Diario 16"...), mientras que otros militaban en la izquierda radical presumiendo de haber acudido a la revolución (la de los Claveles en 1974) en un "dos caballos". En cambio, en el presente se dedican a hacer tabla rasa de sus argumentos del pasado para argumentar en contra de lo que ayer defendían detectándose, en no pocos casos, un peligroso giro ideológico hacia la justificación encubierta de tendencias autoritarias del pasado español más inmediato descubriendo escándalos que afectan al Jefe del Estado y a su familia, haciéndose eco y siendo caja de resonancia de lo anteriormente mencionado sobre la participación de Su Excelencia en el fallido golpe del 23-F, criticando determinados Títulos del texto constitucional (fundamentalmente el II, la Corona y el VIII, el régimen autonómico), etc. Al respecto de esto la cuestión verdaderamente importante y relevante no es que se critique a la Jefatura del Estado o tal o cual aspecto de la Constitución porque todo ello forma parte del legítimo ejercicio de las libertades más básicas, sino que lo fundamental es la cuestión del por qué se hace ahora y no se hizo antes. Es decir, en estos últimos cuarenta años han flotado constantemente sobre la sociedad española, en los bares y en los cafés, y, por supuesto, en ambientes de la extrema derecha, determinados rumores concretos sobre la vida privada, amistades y negocios de Su Excelencia que los miembros de la actual "Miscelánea Intelectual" desmentían sistemáticamente calificándolos de maniobras de intoxicación a favor de la involución y rodeando la figura del Jefe del Estado de una aureola de santidad que actuaba como un blindaje social e informativo impenetrable.

Todos estos cambios de opinión, que en muchos casos son súbitos, solo los necios pueden explicarlos aludiendo a que "las cosas cambian con el transcurso del tiempo" porque tal afirmación es una solemne estupidez. El transcurso del tiempo por sí solo no cambia las cosas porque no puede incidir directamente sobre ellas; el transcurso del tiempo solo incide directamente sobre los protagonistas, defenestrando inexorablemente a unos y haciendo emerger a otros, y son los nuevos protagonistas que el paso del tiempo crea los que hacen cambiar las cosas. Pero tal situación no se está dando en nuestro país porque el elenco protagonista de la política, de la economía y de la sociedad española es sustancialmente el mismo desde 1974.

Así pues ¿Qué es lo que esta pasando en este país para que los mismos que hace poco defendían una cosa incluso con fanatismo hoy la ataquen con idéntica y rabiosa tenacidad?. Esta es la gran pregunta que deberían hacerse todos y cada uno de los ciudadanos españoles quienes deberían preocuparse más de conocer las causas de los cambios que los cambios mismos ya que la aceptación de un cambio desconociendo sus causas es la mejor forma de poner en práctica la máxima lampedusiana de "cambiarlo todo para que todo permanezca igual".

Tal vez, como he manifestado varias veces en público y en privado, medio en broma, medio en serio; es que España constituya la prueba material e irrefutable de la existencia de Dios al sobrevivir los españoles de puro milagro teniendo en cuenta las gentes que les mal gobiernan y en todo esto exista una directa intervención divina que favorezca tantas "Conversiones en el Camino de Damasco" porque eso es precisamente lo que asombra y genera sospechas: tanta "Conversión en el Camino de Damasco". O quizás, prescindiendo de la teología, es que nos encontremos ante una crisis existencial colectiva donde simplemente "las ratas han empezado a abandonar el barco". En cualquier caso, a los españoles corresponde el plantearse la clase de alternativas, esperanzas y proyectos que les pueden ofrecer esos roedores que ayer comían el queso de la palma de las manos de unos y ahora aspiran a seguir comiéndolo de la palma de las manos de otros desconociéndose, además, quienes son esos otros.

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