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lunes, 6 de abril de 2015

¿DEMOCRACIA CONSOLIDADA?




De nuevo mi nieta Covadonga me induce a reflexionar sobre un tema. Llamaba a su casa para hablar con mi hijo, su padre, cogió ella el teléfono y aprovechó para preguntarme la fecha de la consolidación de la democracia en España (supongo que para otro trabajo en el cole). Le contesté apresuradamente sobre la fecha de la promulgación de la vigente Constitución. Pero luego me quedó el runrún de la pregunta: ¿de verdad tenemos una democracia consolidada?.

Para responder en profundidad a la pregunta, habremos de analizar lo que de verdad significó eso que llamamos la Transición. Y echar la vista atrás para saber de dónde veníamos cuando se produjo. En esta vieja piel de toro tuvimos hubo desde año 1936 al 39, casi tres años de guerra incivil, en la que como decía Julián Marías hubo una “injustos vencedores y unos justos vencidos”. Cuatro eran los problemas básicos que arrastraba este Estado. El religioso, el territorial, el cultural y el económico. Una Iglesia, acostumbrada a controlar a la sociedad y con un sistema de financiación a través del presupuesto estatal. El choque entre el nacionalismo centrípeto y los periféricos, especialmente en Cataluña, País Vasco y Galicia, con sus idiomas propios. El cultural con un analfabetismo endémico y los estudios medios y superiores controlados, en su mayor parte, eclesialmente. Y el político con una monarquía envilecida y una pseudodemocracia en manos de un caciquismo asfixiante. La 2ª República intentó cortar drásticamente estos problemas: separación de Estado e Iglesia, pero sin respeto a la libertad religiosa; mantenimiento del centralismo, pero con una vía excepcional para los tres Países con nacionalismos exigentes; extensión de la cultura hacia todo el pueblo en un esfuerzo meritorio, con una pléyade de maestros, intelectuales y artistas entregados vocacionalmente a esa labor; el económico con los intentos de reforma agraria, torpedeados por los grandes latifundistas  agazapados en grupos monárquicos y republicanos; una república que se definía de los trabajadores, abrió paso al voto femenino e intentó someter el ejército a la autoridad civil. La aparición del fascismo, los intentos socialista y anarquista de acelerar revolucionariamente el cambio económico aplastados militarmente, la quema de conventos, los asesinatos políticos, fueron el caldo de cultivo de la sublevación contra el poder establecido y el inicio de la cruenta guerra civil. Triunfante el bando sublevado, se estableció una dictadura, ahogadora de libertades que reprimió durísisimamente durante 40 años cualquier protestar popular. La jerarquía eclesiástica recobró sus privilegios y el régimen jugando con la evolución de la segunda guerra mundial y el choque de la guerra fría contra la Unión Soviética, logró su permanencia, firmando un concordato con la Santa Sede y unos acuerdos con USA.

Los últimos años del franquismo tuvieron varias características: la emigración hacia Europa; el turismo que venía a nuestras playas; el paso de la autarquía económica a una cierta apertura al exterior; el destape en el cine; el paso de la miseria a un cierto bienestar y el abandono de los valores de la austeridad, las luchas universitarias y obreras, el nombramiento de un sucesor, la proclamación de libertad religiosa en el Concilio Vaticano II y la aparición de las primeras fisuras en el idilio Iglesia-Estado, el asesinato de Carrero Blanco, la marcha verde marroquí en el Sáhara, … La muerte del dictador, abrió una etapa de incógnitas. Y empezó una serie de filigranas políticas para pasar de un régimen atado y bien atado por unas leyes fundamentales a un sistema de democracia parlamentaria: el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, la aprobación por las Cortes franquistas de la ley de reforma política, la legalización del partido comunista, las primeras elecciones con candidaturas políticas después de muchos años de partido único, la redacción de una Constitución y su sometimiento a referéndum posterior.

Por fin vio la luz la Constitución vigente, promulgada el lejano 27 de diciembre de 1978. Nacida del miedo a los horrores de la guerra civil y de la represión franquista, con el deseo mayoritario de que no volvieran aquellos años luctuosos. Procede de transacciones entre fuerzas políticas que recogían el ansia de libertades de los luchas populares y los poderes fácticos que propiciaban la apertura; entre el nacionalismo español y los periféricos (con resistencia del vasco que motivó la abstención triunfante en su Comunidad); entre los partidarios de poner la riqueza al servicio del pueblo y las oligarquías económicas; entre el anhelo de la a confesionalidad del Estado y la conservación de la preeminencia de la Iglesia Católica, amparada en su mayoría sociológica: entre los partidarios de la forma republicana de gobierno y los intereses de la dinastía nombrada por Franco. Esa fue la Transición que la propaganda oficial presenta como modélica.

¿Democracia consolidada?. Para mí, nació cojitranca, por:

*Haber impedido al pueblo la decisión sobre la forma de gobierno: el dedo de dictador nombrando al Jefe de Estado no pudo discutirse.

*Un injusta ley de amnistía que impidió conocer y juzgar los delitos cometidos por ambos bandos en la guerra y los crímenes del franquismo. A su amparo salieron de la cárcel también asesinos etarras.

*Los Acuerdos con la Santa Sede, preconstitucionales en su redacción aunque se aprobaran después, que legitiman los privilegios eclesiales y mantienen el sistema de financiación por vía de presupuesto.

*El paso del centralismo a un régimen de café para todos, con un sistema de autonomías y de competencias mal definido en la Constitución y fuente de conflictos continuos.

*Unas leyes electorales que tienden a reforzar el poder de los partidos poderosos, encauzados hacia un  bipartidismo imperfecto.

*Una segunda Cámara, el Senado, inútil en su configuración.

*La desfiguración del Parlamento como medio de controlar al ejecutivo que ha quedado reducido a ser una caja de resonancia en cuanto un partido consigue mayoría absoluta.

*La politización de la cúpula del poder judicial, comprometiendo gravemente su necesaria independencia.

*El mantenimiento del privilegio medieval de aforamientos para los políticos, a nivel autonómico y central.

*La pérdida de la independencia medios de comunicación que tanto papel jugaron en la transición, pues están cada vez más concentrados en manos del gran capital y repiten machaconamente las consignas del pensamiento único. 

*Las trabas a la iniciativa legislativa popular, vendándole determinadas cuestiones, imponiendo un número muy alto de firmas y cuando han llegado al Parlamento ha sido rechazadas por la fuerza mayoritaria.

*La rigidez y trabas excesivas para la tramitación de mociones de censura y el procedimiento anquilosante de reforma de la propia Constitución.

Los secuestros, extorsiones y asesinatos de ETA crearon el clima propicio para el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, con muchos puntos oscuros en su génesis y desenlace que no sabemos si algún día serán desvelados. Hubo una lección dolorosa: las marchas atrás en las libertades siempre son posibles en la historia. Y ahí empezó un proceso de subordinación del ejército al poder civil, desconocido en la historia de España. Llegada al poder del PSOE tuvo cuatro consecuencias: el ingreso del Estado español en la OTAN y en el Mercado Común con la pérdidas importantes en la soberanía definida en la Constitución; el abandono por la socialdemocracia española de sus aspiraciones reformistas y la aceptación de los principios liberales de enriquecimiento injusto y en corto plazo; la inauguración de políticas de puertas giratorias entre el poder político y las grandes empresas; y el chapucero, pernicioso y antijurídico terrorismo de Estado para acabar con ETA.

Pero, a trancas y barrancas, la democracia española ha funcionado varios años, gracias: al Pacto de Toledo que creó un fondo de pensiones para atender las retribuciones de las personas jubiladas; la extensión de la educación y la sanidad a la totalidad de la población; y la aprobación de una ley de dependencia, aunque sin consignación presupuestaria suficiente para atender las necesidades de este cuarto pilar del Estado del Bienestar.

A pesar de la rigidez extrema para la reforma de la constitución, se aprobaron dos: la que permitió el voto en elecciones locales de los ciudadanos de la Unión Europea y de terceros países con los cuales el reino de España hubiera firmado tratados de reciprocidad. Peor fue y de extrema gravedad, la vía rápida con que , por acuerdo de los dos partidos mayoritarios, y a instancias de la Troika, se dio primacía a la austeridad presupuestaria sobre los derechos económicos y sociales, tan recientemente conquistados. Al amparo de esta reforma, se cortó la atención sanitaria universal y se implantaron hondos recortes en educación y dependencia. No hubo rescate, pero el Estado asumió la deuda privada de los grandes bancos, a través de la emisión de deuda pública, a ser pagada por los ciudadanos y sus descendientes.

El descontento popular ha ido en aumento. Fruto de ello, fue el movimiento de los indignados que llenó plazas y calles al grito de “NO NOS REPRESENTAN”. Lo que se discute hoy es la misma legitimidad del régimen nacido en la Transición.

Varios hechos causan y expresan esta nueva situación:

*El descubrimiento de grandes casos de corrupción, en los que se hallan enfrascados tanto los partidos gobernantes, a nivel central y local, como organizaciones sindicales.

*Las amnistías fiscales para que los grandes defraudadores puedan satisfacer cómodamente sus deudas con Hacienda.

*Las listas hechas públicas de dineros de grupos financieros en paraísos fiscales.

*El vaciamiento de grandes cantidades del fondo de pensiones por el gobierno central para comprar deuda pública.

*El empobrecimiento de las llamadas clases medias.

*La creciente desigualdad social, con bolsas de pobreza, extrema y moderada, que nos sitúan a la cola de los países europeos.

*Los contratos basura de trabajo, a tiempo parcial, sin horarios, que no sacan de la pobreza, fruto de la reforma laboral.

*La emigración forzada y creciente de jóvenes investigadores, científicos, sanitarios y de otras profesiones en busca de un trabajo que no encuentran aquí.

*La aparición de nuevas formaciones políticas que, a pesar de su demonización por el poder y por los mass media, han irrumpido en recientes elecciones, acabando con el dominio del bipartidismo.

*La explosión de violencias irracionales en el ámbito doméstico. en campos de fútbol y en las calles, a veces ligadas a sentimientos xenófobos, que muestran una falta de respeto hacia la vida y la dignidad de las personas.

¿No revela todo esto que nuestra democracia no sólo no está consolidada, sino que se halla en el fango y necesita una nueva refundación, a través de una segunda transición?. ¿Pero es posible sin una educación social en valores de respeto, solidaridad y diálogo?. ¿Para cuándo la exigencia de los Derechos Fundamentales, de todos y para todos, por encima de instituciones, normas y usos sociales injustos?. ¿Puede alguien, de buena fe,  creer que leyes represivas, como la reciente Mordaza, sean el camino?.

Pedro Zavala 

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