Hoy, como segundo ejemplo del bajo
nivel intelectual de la casta política nos vamos a referir a las constantes
manifestaciones del líder de PODEMOS, su Señoría don Pablo Iglesias Turrión,
que al igual que doña Anna Gabriel, es profesor universitario.
Ignoramos si las manifestaciones de
don Pablo Iglesias se deben a la mera propaganda política que parte de la baja
consideración intelectual que le merecen sus votantes o, si por el contrario,
se deben a ese intento de reinventarse que, tras el derrumbe del bloque
soviético, tiene la izquierda europea y al que nos referíamos la semana pasada.
Desde el 20 de Diciembre de 2015, el
discurso que sostiene don Pablo Iglesias y que representa las aspiraciones
políticas de su formación no ha dejado de ser contradictorio, mostrando por un
lado cierto radicalismo a la vez que por el otro se moderaba notablemente pero contradiciéndose
siempre con los hechos o demostrando una sublime ingenuidad.
Tras afirmar que él y su partido
político eran unos inmaculados que representaban a los de abajo que venían a
por los de arriba y que eran lo nuevo que se enfrentaba a lo viejo siendo la
causa de la corrupción que la política hubiera estado monopolizada durante
cuarenta años por dos fuerzas políticas, PSOE y PP, que integraban "la casta", no dudo
en ofrecerse a apoyar un gobierno de uno de esos partidos de "la
casta", que no era ningún inmaculado en cuanto a corrupción se refiere y
que fue el introductor de varias reformas laborales y de varios recortes
sociales, el último de ellos, durante el gobierno de Rodríguez Zapatero de 2008
a 2011.
Ahora, ya en campaña electoral, tampoco ha dudado en
aliarse con Izquierda Unida, o lo que es lo mismo, con el Partido Comunista de
España, el cual tampoco constituye nada nuevo y, por supuesto, tampoco está
exento de algunos escándalos como aquella concejal de Pamplona que cobraba
dietas por reunirse consigo misma o de haber tenido dirigentes que han formado
parte del consejo de administración de Caja Madrid.
Pero lo más llamativo es que ahora
don Pablo Iglesias, que hace unos pocos meses se calificaba a sí mismo como
comunista y que va en coalición electoral con el partido comunista, se califica
de socialdemócrata y lanza alabanzas al ex-presidente Rodríguez Zapatero, al
que califica como el mejor presidente de la democracia, como si ser
socialdemócrata fuera lo mismo que ser comunista y como si Rodríguez Zapatero
no hubiera protagonizado una polémica reforma laboral y otra no menos polémica
reforma constitucional sin convocar referéndum alguno.
Es increíble, que Don Pablo Iglesias
Turrión, politólogo, profesor de la
Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid,
dirigente político, Eurodiputado y Diputado, ignore que históricamente Socialdemocracia
y Comunismo son principios políticos distintos, opuestos e incompatibles.
Durante el periodo de entreguerras
la relación entre los partidos socialdemócratas y los partidos comunistas no
fueron buenas y de ello es claro ejemplo el caso alemán donde fueron los
socialdemócratas quienes al mando de los Cuerpos Francos acabaron con la
revolución espartaquista y ampararon y encubrieron el asesinato de Rosa
Luxemburgo y Karl Liebknecht. Durante
los años veinte y treinta del Siglo XX, seguramente por disputarse una misma
masa electoral, los comunistas sostuvieron una guerra a muerte contra los
socialdemócratas a los que tildaban de partidos burgueses e incluso, durante la
campaña de las elecciones alemanas de 1933, de social-fascistas (1), eran los
tiempos del "beneficioso Tratado de Rapallo" que con sus cláusulas
secretas hacía presagiar un futuro acuerdo germano-soviético o nazi-comunista.
Tras
la II Guerra Mundial, con un mundo bipolar, las propias autoridades
occidentales fomentaron la reconstrucción de los partidos socialdemócratas como
un medio de parar una posible expansión de la influencia soviética a través de los
partidos comunistas de occidente. Son los años de la expansión y consolidación
del llamado "Estado del Bienestar" que es defendido tanto por
conservadores como por socialdemócratas.
¿Don
Pablo Iglesias, desconoce esto? si es así demostraría una vez más que el nivel
intelectual de la casta política no se ha visto enriquecido por las nuevas
incorporaciones, pero francamente, resulta muy dudoso que el señor Iglesias
desconozca esta historia y es posible que todo obedezca simplemente a una
estrategia política para acercarse al poder porque como ya dijo Lenin
"Todo lo que nos acerque al poder está bien y todo lo que nos aleja de él
está mal".
Ahora
bien, lo que más me reitera en señalar el bajo nivel intelectual de nuestra
casta política es que entre los opuestos a don Pablo Iglesias, que nuevamente
se han dedicado a criticar las cambiantes manifestaciones del líder de
PODEMOS y a hacer chistes fáciles con
más o menos gracia, ignoren que en determinados
países del Este europeo, tras la II Guerra Mundial, los partidos
socialdemócratas fueron el medio a través del cual los comunistas se hicieron
con el poder manteniendo una apariencia de legalidad, bien al infiltrarlos
directamente o bien al presentarse en coalición electoral con los partidos
comunistas, todo ello siguiendo directrices de las autoridades soviéticas (2).
Pero
claro, no es de extrañar que entre los contrarios a Pablo Iglesias no se saque
a relucir esto porque esos contrarios son
los mismos que hace años opinaban que José Saramago era "la señora
Sara Mago" y los mismos que daban patadas al diccionario hablando de
"miembros" y
"miembras".
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(1)
En aquella campaña electoral, cuando tanto socialdemócratas y comunistas se
debatían entre la vida y la muerte, los comunistas siguiendo instrucciones de
la III Internacional se negaron a formar una coalición con el SPD que sin duda
hubiera podido impedir el acceso de Hitler a la Cancillería.
(2)
Con anterioridad a la II Guerra Mundial la fuerza de los partidos comunistas en
Europa, Occidental y Oriental, no era muy relevante. Tras la Guerra, si bien en
muchos países occidentales como Francia
los partidos comunistas fueron inicialmente prohibidos, en los países del Este
no tuvieron mayor relevancia lo que les obligo, según las directrices
soviéticas, a formar parte bien de Frentes Nacionales con socialdemócratas y
otros partidos como en Checoslovaquia o
a formar coaliciones con unos socialdemócratas muy capitisdisminuidos.
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