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miércoles, 7 de enero de 2015

¿HA SERVIDO DE ALGO EL SACRIFICIO DE LOS CUBANOS?



El año 2014 se despedía con la impactante noticia, dada a conocer el día 17 de Diciembre, de que Estados Unidos y Cuba normalizarían sus relaciones políticas tras algo más de cincuenta años sin relaciones diplomáticas abriéndose de nuevo embajadas y permitiendo Estados Unidos que ciudadanos norteamericanos viajen a la isla.

            Este deshielo se debe fundamentalmente a la realidad que siempre se termina imponiendo sobre cualquier intención o ideología. Desde el lado norteamericano la realidad indica que cincuenta años de embargo no han conseguido doblegar al régimen cubano y desde el lado cubano se sabe claramente que la situación social se les puede ir de las manos antes de una década si no hay una mayor inversión en la isla y se les permite comerciar con Estados Unidos.

            El fracaso del embargo norteamericano se ha debido fundamentalmente a que Cuba jamás ha estado realmente sometida a dicho embargo ya que durante los primeros treinta años del mismo recibió una importante ayuda soviética que entre otras cosas le compraba el azúcar a un precio superior al de mercado y le permitía tener acceso a precios asequibles a los productos de los países socialistas, especialmente al petróleo ruso. Posteriormente, tras el derrumbe de la Unión Soviética, Cuba ha podido sobrevivir gracias a la porosidad del embargo que era incapaz de impedir que las empresas europeas invirtieran en una Cuba que tenía, y aún tiene, un enorme potencial en el sector turístico y de servicios.

            Asimismo, el planteamiento del embargo por parte de los norteamericanos estaba más bien dirigido a la protección de los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos que a defender la democracia ya que a cualquier analista político no se le podía escapar la idea de que poco o nada puede influir un embargo económico sobre la situación política de una población que, de ciento doce años de independencia, solo ha disfrutado algunos meses de libertades y de derechos humanos.

            Así pues, la grandeza del presidente Barack Obama ha consistido en darse cuenta que persistir más tiempo en una política errónea no conducía a nada y que habría que hacer una política distinta si se deseaba conseguir un resultado diferente.
           
Por su parte el régimen cubano pretenderá utilizar la normalización de relaciones con Estados Unidos como propaganda para convencerse a sí mismo y al pueblo cubano de que los norteamericanos se han rendido ante la firmeza del régimen, pero nada más alejado de la triste realidad cubana.

            Con la normalización de relaciones, Estados Unidos permitirá viajar a sus ciudadanos a Cuba, con lo que el turismo se incrementará para mayor beneficio de las multinacionales hoteleras europeas que vienen invirtiendo en la isla desde principios de los años noventa, lo cual equivaldrá en la práctica a un levantamiento oficioso del embargo ya que la entrada masiva de dólares permitirá al gobierno cubano adquirir mayor número de bienes de consumo en el exterior y, evidentemente, los empresarios norteamericanos presionarán a su administración para que se les permita abastecer a un mercado de diez millones de consumidores aduciendo la razón de que, de no hacerlo ellos, serán las empresas europeas quienes lo hagan en detrimento de las empresas norteamericanas y beneficiándose de las divisas que aportan los ciudadanos norteamericanos. Por su parte, al estado cubano le resultará más ventajoso adquirir bienes en Estados Unidos que en Europa por razón de la cercanía geográfica.

            Así pues, la situación a medio plazo será la siguiente: la irrupción de un creciente número de turistas norteamericanos incrementará las reservas de divisas de Cuba, concretamente de dólares, al mismo tiempo obligará al gobierno cubano a aumentar y favorecer las inversiones en turismo, servicios y negocios lúdicos a fin de hacer más atractiva la isla a los ciudadanos norteamericanos. Quizás, con el tiempo, el gobierno cubano cree empresas mixtas con capital y algún tipo de accionariado norteamericano para crear nuevas infraestructuras lúdicas permitiendo a los estadounidenses adquirir algún tipo de propiedades en Cuba. Por su parte, Estados Unidos se verá obligado a levantar formalmente un embargo que ya solo será nominal a fin de que sus empresas inviertan y negocien con Cuba para no dejar la totalidad del mercado cubano en manos de multinacionales europeas que a mayor redundancia se verían beneficiadas notablemente por el desembolso de dólares norteamericanos.

            En definitiva, es casi seguro que a largo plazo (más de seis años a contar desde la efectiva normalización de relaciones) la inversión y el capital norteamericano desplace al capital y a la inversión europea y Cuba haya retornado a la situación de plena dependencia económica de Estados Unidos tal y como pasaba en los tiempos de Batista debiendo pensar los ciudadanos cubanos si estos últimos cincuenta y cinco años de revolución han servido realmente la pena e, incluso, si los últimos ciento veinte años de su historia les ha reportado algún beneficio.

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