No
hay campaña electoral ni líder político que concurra a la misma que entre sus
soflamas, promesas, programas y demás artificios propagandísticos no mencione
reiteradamente una política de "lucha contra el fraude", pero ¿Qué es
y en qué consiste el fraude? ¿Quiénes son los defraudadores? ¿Por qué se
defrauda?.
Para empezar, hay distintos tipos de
fraude que los líderes de la casta política afirman pretender combatir siendo
los más comunes el fraude a la Seguridad Social y el fraude fiscal los cuales
están íntimamente relacionados entre sí.
El fraude a la Seguridad Social
consiste en que un empresario o empleador tiene trabajadores que desarrollan su
actividad laboral sin ser dados de alta en el Régimen Común de la Seguridad
Social, por lo que ni se cotiza por ellos ni se les practican en sus salarios las
correspondientes retenciones para el Impuesto Sobre la Renta de las Personas
Físicas, con lo que, a su vez, también se convierte en un fraude fiscal. El
origen del fraude a la Seguridad Social, se encuentra principalmente en la
llamada "Economía Sumergida" que consiste en que un empresario
desarrolla una actividad económica como autónomo o profesional, con trabajadores a su cargo o sin ellos, sin declararla
y sin darla de alta en Hacienda por lo que no puede emitir facturas con el
correspondiente Impuesto sobre el Valor Añadido, ni emitir recibos de
percepción de salario (nóminas) con las correspondientes retenciones para el IRPF
y la Seguridad Social por lo que los trabajadores, en caso de tenerlos, no
adquieren derechos sociales cara a su futura jubilación. La "Economía Sumergida" puede ser
total o parcial; es total si el empresario realiza toda su actividad sin
declararla a hacienda o parcial si, estando dado de alta en hacienda y en la
Seguridad Social, realiza una parte de su actividad en "negro", esto
es, ocultando una parte de sus actividades y los ingresos que de ella dimanan.
Evidentemente en "la economía sumergida" ni el empresario ni el
trabajador declaran ningún ingreso de los que perciben por la actividad no declarada que realizan por lo
que ninguno tributa por ningún concepto.
Por su parte el fraude fiscal,
además de tener su origen fundamentalmente en "la economía
sumergida", consiste también en una variedad de actitudes de empresarios y
trabajadores que comprenden el no cumplir con sus obligaciones fiscales
simplemente no realizando las declaraciones impositivas pertinentes; el ocultar
ingresos, el empresario mediante la "facturación en negro" y el
trabajador percibiendo cantidades no reflejadas en las nóminas (sobresueldos);
o el aplicarse, en los distintos impuestos, deducciones y reducciones no
procedentes.
Ante esto, surgen dos importantes
preguntas cuyas respuestas se pretenden obviar al no ser nada fáciles de
contestar: ¿Quiénes son los
defraudadores? y ¿Por qué se defrauda?.
Conforme al espíritu y letra de la
ley, defraudador es todo aquel que no cumple con plena exactitud sus
obligaciones para con la Seguridad
Social o para con Hacienda, pero a pesar de lo que manifiestan los
políticos de todo tinte y pelaje sobre que hay que combatir el enorme fraude
que cometen los grandes de la economía, parece ser que de manera real y
práctica solo se entiende por defraudador a aquel que oculta varios miles de
Euros al año con la intención de ahorrarse en ese mismo periodo de tiempo varios
cientos de Euros.
Expliquemos esto. Como es lógico y natural los que poco o nada
tienen no están sujetos a gravamen alguno porque no tienen con qué pagar por lo
que no son ni pueden ser defraudadores ya que nada tienen que defraudar. Por su
parte las grandes empresas y las grandes fortunas tienen toda una batería de
disposiciones legales aprobadas por el Parlamento que les permite crear
legalmente infraestructuras (fundaciones, acogimiento a planes de patronazgo,
organizaciones filantrópicas diversas...),para pagar menos impuestos y, por si esto fuera poco, pueden gastar varios
cientos de miles de euros, o incluso algunos millones, en constituir, conforme
a la legalidad nacional e internacional, enjambres de sociedades con distintas
nacionalidades y sedes en estados con nula o baja presión fiscal lo que les
permite desarrollar una lucrativa actividad por la que no pagan impuesto alguno
en nuestro país y como todo esto lo hacen legalmente, o con toda la apariencia formal
de legalidad, pues resulta que tampoco son defraudadores. Así pues, como únicos
defraudadores quedan los que hemos mencionado antes: aquellos que teniendo algo
pero no lo suficiente para crear infraestructuras que les permitan pagar menos
impuestos, ocultan anualmente, de forma burda, varios miles de euros con la
intención de ahorrarse ese año varios cientos o, incluso, algún millar de
Euros; éstos, que en su inmensa mayoría constituyen la ya muy maltratada clase
media, parece ser que son el único objetivo
real al que se reduce todo plan de lucha contra el fraude.
Ahora
bien, ¿Por qué se defrauda?. La pregunta no resulta baladí porque ignorando las causas del fraude difícilmente
se puede combatir eficazmente puesto que solo acabando con las causas se
acabará con sus consecuencias. A este respecto los dirigentes de la casta
política siempre acuden a un argumento que si bien no es de mucho peso sí es
muy bien acogido y comprendido por sus votantes: la causa del fraude es la
desmedida ambición por enriquecerse.
No obstante, resulta difícil de
creer de forma racional que en aquellos que pretenden ahorrarse uno o dos mil
euros al año están poseídos por enormes e irrefrenables deseos de lucrarse. Y
es que estas personas acuden a esto que los políticos califican de
"fraude", cuando no son más que trapacerías propias de un pícaro
barroco, porque necesitan imperiosamente ahorrarse estos cientos de Euros (o,
incluso, algún millar) para poder vivir, en definitiva, lo hacen realmente por
una cuestión de pura supervivencia basada en el razonamiento de que esos
cientos de Euros anuales mucho les alivia a ellos y en poco perjudican a la
colectividad sin caer en la cuenta de que al no ser los únicos que cometen esa
picardía anualmente, esos cientos de Euros hay que multiplicarlos por los varios
millones de personas que hacen lo mismo.
Así pues, el origen de este fraude o
picaresca está en la necesidad de sobrevivir de una inmensa mayoría de la
población y en la voracidad recaudadora de un estado que, como el español,
gasta mucho y mal a lo que hay que añadir la constante falta de ejemplaridad de
los distintos representantes de la casta dirigente y empresarial que con su
corrupción generalizada hace tiempo que se han constituido en unos verdaderos
corruptores de nuestra sociedad siendo fuente inagotable de malos ejemplos
frente a los cuales estos "defraudadores por supervivencia" no son
más que unos pésimos aprendices.
Al fin y al cabo, deduzcamos con un
poco con lógica: cuando el país tiene casi cinco millones de parados, los
comedores sociales se encuentran atestados de solicitantes de ayudas
alimenticias básicas, casi un tercio de la población vive en el umbral de la
pobreza, se han recortado derechos y ayudas sociales por doquier ¿Cómo es que
no ha habido un estallido social?, pues evidentemente porque, además del apoyo
familiar que no puede prolongarse indefinidamente en el tiempo, la inmensa mayoría
de la población española vive "trampeando" por pura necesidad de
supervivencia y la verdadera lucha contra el fraude no se producirá si no se
eliminan los beneficios fiscales y legales a las grandes empresas y se acaba
con esa "picaresca" a base de un adelgazamiento, moralización y
racionalización del estado que le permita reducir la presión fiscal y gastar
inteligentemente sin arrojar el dinero del contribuyente a una hoguera de
vanidades.
1 comentario:
Lo que comenta Ud. acerca de por qué no hay estallido social, al margen de lo describe Ud., siempre me acuerdo de la España de los Austrias y la situación en que vivía la parte de la sociedad más pobre. Es curioso, cómo incluso profesores “conservadores” que lo describen en sus manuales de Historia se hacen la pregunta. Y no recuerdo haber obtenido respuetas claras a ese languidecimiento de la sociedad más allá de los posibles efectos de un deterioro programado y desarrollado a largo plazo. En ocasiones me planteo si puede darse la similitud: esto es, nos están desarmando de manera tan lenta que no percibimos hasta dónde nos estamos hundiendo. Pero es inteteresante tema, sí.
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