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viernes, 29 de enero de 2016

EL RETROCESO MORAL DE EUROPA



Durante décadas se nos ha vendido la idea de que Europa constituía un paraíso de derechos, progreso y valores humanos, todo ello a pesar de que la historia europea se convirtió, poco después del comienzo de la Edad Moderna, en la historia de una progresiva caída que culmina en 1914 con el inicio de un paulatino retroceso moral que parece estar acelerándose en los últimos años.

            Esta necesaria mención al retroceso moral de Europa viene a colación de la aprobación por el Parlamento de Dinamarca, el pasado Martes 26 de Enero del 2016, de una ley que permitirá confiscar el dinero y los bienes de valor a los refugiados que soliciten asilo en este país aunque quedarán excluidos de tal confiscación las joyas que tengan un valor afectivo especial como son las alianzas de boda y la cantidad de mil trescientos Euros que podrán ser conservados por los refugiados.

            De un total de 179 Diputados que conforman el Parlamento Danés, solo 27 han votado en contra de la controvertida ley por lo que ésta ha contado con el apoyo, expreso o tácito, de más del ochenta y cinco por ciento de los representantes de los ciudadanos daneses y entre los diputados que se han mostrado a favor de esta ley, claramente inmoral, se encuentran la mayoría de los parlamentarios del partido socialdemócrata de este país nórdico. A pesar de que esta ley guarda importantes similitudes con el "Decreto para la Confiscación de la Propiedad Judía" aprobado por el gobierno nazi el 3 de Octubre de 1938 y por el que se regulaba la transferencia de bienes de judíos a alemanes no judíos, Dinamarca se seguirá considerando un país democrático y los diputados socialdemócratas se seguirán considerando de izquierdas e inspirando a algún que otro emergente político mediterráneo que se "siente identificado con la socialdemocracia nórdica".

            Este retroceso moral de Europa, del que la legislación anti-refugiados aprobada en Dinamarca es el último ejemplo, se debe fundamentalmente a la cortedad de miras que han tenido los distintos miembros que han conformado la casta política europea de los últimos sesenta años que les ha llevado, bajo la influencia de toda una serie de ideas equivocadas y erróneas cuando no simplemente falsas, a desarrollar una política de exaltación de la filantropía en detrimento de las objetivas realidades sociales, políticas, culturales y económicas del mundo.

Entre estas verdades objetivas se encuentra el hecho irrefutable de que la descolonización se hizo con prisas y mal, dejando constituidos estados artificiales cuyas sociedades estaban estructuradas según modelos tribales y no constitucionales lo cual ha desembocado, a la larga, en estados fallidos donde se producen prolongados vacios de poder y enormes tragedias humanas y si a esto se suma la escasez de cuadros dirigentes formados por las potencias colonizadoras y la falta de infraestructuras económicas construidas por las mismas nos encontramos con una enormidad de masas humanas que estaban condenados a convertirse, por una causa u otra, en población migrante. Europa, ante tal desastre humanitario, en vez de intervenir directamente asumiendo la administración temporal de esos estados fallidos, ha pretendido paliar el problema, jamás solucionarlo,  apelando al sentido humanitario de su sociedad, destinando una mínima parte de sus presupuestos para la llamada ayuda al desarrollo y desacreditando a todos aquellos que cuestionaban la política exterior europea para con el Tercer Mundo. En definitiva, Europa pretendió abrirse a todos aquellos que llamaban a sus puertas en espera de encontrar un paraíso material porque jamás llegó a vislumbrar que fueran tantos e ignorando que, en palabras del economista alemán Friedrich List, "una nación actuaría imprudentemente tratando de promover el bienestar de toda la raza humana a expensas de su fuerza, bienestar e independencia particular". Esta frase de List no debe entenderse como una expresión de insolidaridad sino como una certeza matemática: En el año 2015 el mundo tenía más de siete mil millones de seres humanos, de los cuales unos seis mil vivían y viven en la más absoluta miseria, no ya si un solo estado europeo, sino Europa entera que tiene unos ochocientos millones de habitantes (de los cuales varias decenas de millones de los mismos viven también en la más absoluta pobreza o en sus umbrales) asumiera a su costa el procurar el bienestar de esos seis mil millones de personas el resultado a medio plazo será el de seis mil ochocientos millones de seres humanos viviendo en la más absoluta pobreza.

            Ahora, cuando los distintos gobiernos europeos, después de décadas de políticas nefastas respecto al Tercer Mundo, se ven amenazados, no por los inmigrantes, sino por sus propias sociedades , esas mismas sociedades en las que tan solo hace una década fructificaba maravillosamente la propaganda filantrópica y falsamente humanitaria recibiendo con los brazos abiertos a todos aquellos que venían a Europa, siguen sin proponer soluciones prácticas a la tragedia de miles de millones de seres humanos y simplemente se pasan al otro extremo levantando muros y desarrollando "un racismo de estado" prueba de que como en la obra de Shakespeare, "Timón de Atenas", un periodo de filantropía extrema siempre termina generando otro periodo contrario de extrema misantropía. 

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