El
resultado de las elecciones generales del pasado 20 de Diciembre dejaron un
panorama político muy complicado y difícil a la hora de formar un gobierno
estable para los próximos cuatro años, pero por muy difícil y complicado que
dicho panorama fuera no sería imposible superarlo formando un gobierno estable
y de prosperidad si existieran políticos de altura y con visión de estado que
antepusieran los intereses generales del país a los de sus partidos y personas
individuales. Lejos de eso, en los escasos ocho días que median entre la
constitución del nuevo Parlamento y la publicación de este artículo, todos los
representantes de los partidos políticos, sin excepción, que han obtenido
representación parlamentaria están dando un triste, pero a la vez revelador,
espectáculo que reduce la condición de la "sede de la Soberanía
Nacional" a la de un bazar donde la voluntad y las necesidades del pueblo
importan poco.
Lejos de centrar las conversaciones
políticas en lo más grave que es parar el progresivo empobrecimiento de la
población española y buscar las formas de revitalizar la maltrecha economía de
las familias, los políticos, o mejor dicho los mercachifles explotadores del
Sufragio Universal que forman el parlamento, se han centrado en primer lugar en
llegar a acuerdos en base a cesiones y concesiones a la hora de formar Grupos
Parlamentarios propios que entre otras cosas les permitirá disponer de más
tiempo en las intervenciones plenarias, tener más representación en las
comisiones y, sobre todo, acceder a más recursos económicos.
Por otra parte, los razonamientos
que hacen algunos nuevos miembros de la casta política, como Albert Rivera,
sobre la importancia de las negociaciones entre los partidos no dejan de ser
extremadamente pobres y alejados de toda lógica. Según el líder de
"Ciudadanos", los españoles votaron el pasado 20 de Diciembre para
que los políticos negocien y lleguen a acuerdos, pero lo más lógico es suponer
que el votante de "Ciudadanos" votó para que Albert Rivera fuera
Presidente del Gobierno y no para que "Ciudadanos" favoreciera un
gobierno del Partido Popular o del Partido Socialista porque en tal caso lo más
normal es que ese votante de "Ciudadanos" hubiera optado por votar
directamente al Partido Socialista o al Partido Popular.
Igualmente, y en el campo contrario,
nos encontramos con el otro nuevo miembro de la casta política, Pablo Iglesias,
el cual ha pasado de un triunfalismo arrollador, de un discurso radical contra
el Partido Socialista y de unas exigencias con "líneas rojas" a un paulatino
acercamiento al partido de Pedro Sánchez que está haciendo pensar en las
últimas horas que es posible un gobierno del Partido Socialista Obrero Español
con el apoyo de "PODEMOS", PNV y la nueva marca política de
"Convergencia". Este acercamiento al PSOE por parte de
"PODEMOS" que se basa en el tradicional "donde dije digo, ahora
digo Diego", constituye una clara traición a sus votantes imposible de
explicar. Desde las elecciones europeas de 2014 el discurso de
"PODEMOS" ha sido contrario al PSOE al que acusaba de ser uno de los
partidos de la casta que sostenía el régimen y favorecía la corrupción y la
pérdida de derechos sociales de los ciudadanos y ¿Ahora resulta que estaría
dispuesto a apoyar un gobierno del PSOE con Pedro Sánchez al frente?.
Los
distintos líderes de PODEMOS pretenden justificar actualmente estos
acercamientos al PSOE, al partido de los GAL, FILESA, MALESA, los ERES de
Andalucía y, en definitiva, a uno de los partidos de "la casta" en el
vocabulario de la formación de Pablo Iglesias, con la idea de que se trata "de
conseguir una mayoría de izquierdas, que favorezca un gobierno de izquierdas e
impida un nuevo gobierno del Partido Popular que es el partido de los recortes".
Ahora bien, quienes esto dicen han olvidado o ignoran interesadamente en primer
lugar que los recortes sociales fueron iniciados por el gobierno socialista
presidido por Rodríguez Zapatero y, en segundo lugar, no explican que un
hipotético gobierno de Pedro Sánchez requerirá además del apoyo de partidos de
tan acreditada trayectoria izquierdista como el Partido Nacionalista Vasco y de
"Democracia y Libertad", nueva denominación de Convergencia que es,
por cierto, el partido de los recortes sociales en Cataluña.
La inmensa mayoría de españoles que votó
el pasado 20 de Diciembre por "Ciudadanos" o por "PODEMOS"
no solo voto a favor de un cambio sino que también voto contra unos partidos
corruptos que llevan monopolizando la vida política desde hace cuarenta años y
ahora, todo lo más, lo que se les ofrece a esos españoles es el compromiso y la
componenda con alguno de esos partidos contra los que se voto. Pues bien, por
mucho que se quiera razonar, justificar, ocultar o vender, lo cierto es que no
se puede meter la mano en un pozo de mierda y no manchársela, que favorecer,
por acción u omisión, un gobierno del Partido Popular o del Partido Socialista
es hacerse corresponsable de todo lo que estos partidos han hecho durante los
últimos cuarenta años.
No obstante, la actual situación
política no deja de ser positiva para el conjunto de los españoles en el
aspecto de que el panorama se aclara y el ambiente se despeja. En la actual
geografía parlamentaria y política, al igual que en la llamada Transición, se
dan dos corrientes políticas que nada tienen que ver con las necesidades ni con
los deseos del pueblo español: la primera de ellas la forman los que quieren
conservar el poder (PP, PSOE y demás partidos clásicos) y la segunda los que
quieren acceder a él (PODEMOS y CIUDADANOS). Ninguna de estas corrientes desea
unas nuevas elecciones a corto plazo porque ninguno de ellos sabe a ciencia
cierta lo que puede resultar de ellas, además del enorme coste económico que
supondría para sus arcas partidarias y a todas estas corrientes les trae sin
cuidado la voluntad popular y el drama que padecen millones de españoles.
Esta es la dura, pero cierta y cruda
realidad. Parece ser que muchos ciudadanos pusieron sus esperanzas en unas
nuevas formaciones políticas que ahora, de forma soterrada, les están
traicionando y es precisamente ahora cuando corresponde a los españoles decidir
si abren los ojos de una vez o si siguen confiando ciegamente, ajenos a toda
evidencia y comentario crítico, en unas formaciones y en unos líderes políticos
hasta que éstos les hagan apurar el Cáliz hasta las heces.
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