Hoy, lunes 20 de Julio de 2015, los
ciudadanos griegos comienzan a sufrir en sus carnes las imposiciones de la Unión
Europea para que Grecia pudiera acceder a un tercer rescate. Si aparentemente
el "corralito" bancario se ha levantado con la apertura al público de
los bancos, los griegos no pueden sacar más de cuatrocientos veinte euros a la
semana (lo que en realidad es mantener el corralito y los sesenta euros diarios
de las tres semanas últimas), la carestía de la vida se ha visto incrementada
al aplicarse, desde hoy, los nuevos tipos de IVA, los derechos sociales
adquiridos se liquidan con la reforma de las pensiones y se da vía libre a
importantes privatizaciones en sectores vitales como el eléctrico.
Con este panorama que es peor que el
de hace tres meses y aun mucho peor que el de hace ocho, no solo cabe
preguntarse el para qué ha servido la victoria de Syriza en las elecciones del
pasado Enero sino, sobre todo, el por qué el gobierno que preside Alexis
Tsipras ha dado un giro de 180 grados al programa electoral con el que se
presentó y ganó las elecciones de Enero pasado, giro tan radical que no puede
menos que recordarnos el giro que dio el Partido Popular a los diez días de su
llegada al poder en España en el 2011.
Tsipras llegó al poder en Grecia
con las ideas de "reestructurar la
deuda", llevar a cabo un programa de emergencia social que incluyera el
abastecimiento de energía eléctrica gratuita a los hogares más empobrecidos,
paralizar las privatizaciones iniciadas por el anterior gobierno, etc... y
ahora resulta, que si bien ha dado suministro eléctrico gratuito a miles de
familias necesitadas durante los últimos siete meses, va a perder hasta la
compañía de electricidad que deberá ser privatizada por imposición de la Unión
Europea, la "reestructuración de la deuda" que no era más que auditar
la deuda y declarar que no se iba a pagar la parte que se declarase ilegítima,
esto es, declarar unilateralmente una quita del total de la deuda, va a
resultar que se aplaza "sine die" y que muy probablemente no llegue a
practicarse jamás. En definitiva, siete meses después de su llegada al poder en
Grecia, el Primer Ministro griego no solo no ha hecho nada de lo que prometió
sino que además ha terminado ejecutando las políticas que, impuestas desde la
eurozona, suponen todo lo contrario a lo prometido por Syriza al pueblo griego.
Tsipras, que se prometía convertirse
en el nuevo Leónidas ha demostrado sobradamente no llegar a la suela de la
alpargata al héroe de las Termopilas, pero, tampoco es un traidor. No se puede
decir que Tsipras haya traicionado al pueblo griego porque la traición siempre
supone algún beneficio, por mínimo y miserable que sea, para el traidor que
traiciona y Tsipras, que no ha sabido ser Leónidas tampoco ha sido Efialtes, ha
claudicado en grave perjuicio del pueblo griego pero no en beneficio propio no
habiendo traicionado a Grecia más de lo que se ha traicionado a sí mismo.
Alexis Tsipras que después de
convocar un referéndum, solicitar el "NO" en el mismo y ganarlo por
amplia mayoría ha desilusionado al pueblo que le eligió y que confió en él
porque es un político al nuevo uso moderno: un político de cuidada imagen gracias
a las más hábiles campañas de marketing, ideológicamente hablando es fruto de
la crisis y del marasmo de las ideologías, del triunfo de lo políticamente
correcto y sobre todo de la falta de coherencia que implica que en política,
cuando se elige un camino se recorre hasta el final asumiendo las consecuencias
que de ello deriven aunque tales consecuencias sean la derrota total. En ningún
momento Tsipras ha sabido que es lo que quería, no se ha salido en ningún
momento de lo que se considera lo políticamente correcto y ha demostrado no ser
coherente al no asumir que el discurso de Syriza llevaría por un camino que,
para Grecia, hubiera supuesto la lógica ruptura con la Unión Europea, la salida
del Euro y su alineación con otros aliados; por todo ello Alexis Tsipras no ha
sido derrotado simplemente ha claudicado.
Ni nos engañemos, ni nos dejemos engañar
por nadie. Tsipras ha sido víctima del talante propio de unas novedosas opciones
políticas supuestamente alternativas que no saben ni de dónde vienen ni a donde
quieren ir, de un talante que le ha engañado haciéndole creer que las cosas
podían ser como él quería que fueran y no como son en realidad, de un talante
que le ha hecho creer que se puede ser más inteligente que el Gran Alejandro y
no necesitar la espada para deshacer el nudo gordiano y, en definitiva, de un
talante que le hacía tener más fe en Bruselas que en el Monte Athos.
Tsipras ha sido como aquel
jovenzuelo imberbe que siendo campeón de póker gambito en su pequeño pueblo se
cree con capacidad para acudir a una timba profesional en Las Vegas y ganar una
fortuna pero, en vez de eso y como no puede ser de otra forma, termina sin plumas y cacareando.
Tsipras es un político que ocupará
sus páginas correspondientes en la historia política contemporánea y que, como
Chamberlain y Daladier, renunció a levantar el palo en la negociación y que,
por salvar lo políticamente correcto, fue incapaz de dar un puñetazo encima de
la mesa. Por todo ello, Alexis Tsipras no es un traidor al pueblo griego sino
una cosa peor: un muy simple aprendiz de brujo que ha terminado revelándose como
un pobre cándido que no sabe que los experimentos, en todo caso, hay que
hacerlos con gaseosa.
4 comentarios:
Lo siento, pero como le dije en una ocasión anterior, no siempre escribo para estar de acuerdo con Ud. y para mí, sí que es un traidor. En un artículo anterior le decía que nadie se lleve a engaño: nadie llega al poder sin saber o conocer qué le espera. Tsipras sabía muy bien a qué se enfrentaba. Argumentar ingenuidad de alguien que, antes de las elecciones ya había preparado el programa electoral y conocía, a pies juntillas, las limitaciones del terreno al que se enfrentaba (porque los juristas del Partido ya plantearon sus objeciones), no puede argumentar ignorancia o ingenuidad. En ese sentido para mí sí es un traidor al pueblo de Grecia y a las líneas políticas maestras con las que venció.
Hace ya algunos meses (no recuerdo ya ni el titulo del artículo) leía en rebelión.org un texto que ya advertía a Tsipras (y de paso a Podemos) que si realmente quieren un cambio, éste no vendrá de las negociaciones, sino de una revolución violenta. El Artículo en cuestión finalizaba con una pregunta que decía (la recuerdo vagamente): ¿Está preparado él y el pueblo para una revolución? Personalmente me asusté con el planteamiento.
Pero veo que muchos otros partidos más cercanos van en la misma línea filosófica que Tsipras. El domingo el diario Gara publicaba un artículo con un representante de Bildu que venia a subrayar el poco margen de maniobra que nos queda. ¿Y ahora se han dado cuenta Uds.? Bienvenidos al club…
Eso sí, con respecto a Ud. como autor de este Artículo le estoy muy muy agradecido por su redacción, porque es de los pocos que, cuando menos, se plantea la pregunta de si es o no es un traidor. Muchas gracias por plantear tan interesante pregunta.
En una reciente entrevista, el ministro saliente Varoufakis afirmó que, a pesar de la victoria del NO en el referéndum, el gobierno ya había decidido capitular sin condiciones ante la UE, por eso dimitió con toda la dignidad intacta. No podía admitir que, después del paripé, hubiera una rendición total.
El párrafo en cuestión dice: Entonces se celebró el referéndum, que nos dio nuevo impulso y nos habría permitido tomar esas medidas, pero esa misma noche el gobierno decidió que el restallante No del pueblo no iba a dinamizar nuestra respuesta, sino que iba a servir para hacer concesiones importantes: nuestro primer ministro se reuniría con los líderes políticos e iba a aceptar que, ocurriera lo que ocurriera, nunca nos mostraríamos agresivos. En definitiva, nos habíamos rendido. Dejamos de negociar.
En:
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/07/14/actualidad/1436888104_303172.html
Estimado anónimo:
Nada más alejado de mi intención que disculpar en lo más mínimo a Tsipras.
Traidor y traición son conceptos políticamente evaluables, lo que ha hecho Tsipras no lo es.
Desde mi punto de vista Tsipras es un nuevo modelo de político que se basa en el marketing y que no sabe ni de donde viene ni a donde va. Poseedor de una gran cobardía es incapaz de asumir consecuencias y situaciones que, por dolorosas, no dejan de necesarias dada determinadas situaciones. En definitiva, es en lo que en recio castellano se llamaría un imbécil y, siempre desde mi punto de vista, en política más vale ser un traidor que un imbécil.
En mi escrito comparo a Tsipras con Chamberlain y Daladier y la verdad sea dicha, nada es más injusto, porque al final de todo Chamberlain tuvo el valor de dar el puñetazo en la mesa, cosa que Tsipras no ha tenido.
Tsipras es un político acomplejado instalado en lo políticamente correcto e ignorante de lo que es la política. Ese es su gran pecado que, desde mi punto de vista, es muchisimo más grave que el ser un traidor.
Estimada Juli Gan:
Eso se veía venir y el señor Varufakis debería haberlo visto venir desde el comienzo del mandato de su gobierno.
El gobierno griego de Syriza ha estado perdiendo el tiempo durante siete meses en vez de emplearlo, no en negociar lo que no le iban a permitir negociar, sino en situarse en una posición real de fuerza.
Tal vez, el gobierno de Tsipras del que formaba parte el señor Varufakis, debería haber llevado una política obstruccionista en el seno de la OTAN en lo referente a Ucrania, tal vez debería haber empezado a hablar desde el minuto uno con Rusia, tal vez debería haber ofertado un puerto en el mediterráneo a la flota rusa del Mar Negro, etc...
Ese camino, que posiblemente es el único que le quedaba y le queda a Grecia jamás ha sido, ni siquiera explorado, por el "revolucionario" Tsipras.
Cierto es que de haber explorado ese camino se hubiera producido un cambio geopolítico importante en la politica europea, pero.... Era su gran baza y el gobierno de Tsipras ni siquiera la ha tomado en consideración.
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